"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

jueves, 28 de abril de 2011

Fuga del emisario



Cuanto más subía hacía el acantilado de la barranca roja, para contemplar desde el mirador, más pensaba en las palabras con las que fue recibida: las fiestas de bienvenida no son siempre para los que regresan a casa. Retroceder al punto de partida, con restos de nieve en la carretera, alboreaba todo lo que fue en un sueño pesado y difícil de excluir, abatida por los días iguales como libelos en la sala de espera del dentista. Aposentada en aquella manera provisional de hospedarse, logró parte de la cosecha vital: esquivar su mirada con un volantazo. Desde que terminó la fiesta se desvaneció la avidez de verbos y trapicheos, recuperando el disimulo y el soterramiento. Aunque las culpas puedan parecer un asunto muy necesario, los permisos que contenen estas faltas y responsabilidades, con los años, se tornan totalmente superfluas. La noche anterior conversaron entre sí de los acontecimientos que afectaban a sus vidas, pero al llegar el hoy, la confusión y el desacierto rellenaban su habitación, limando continuamente la suavidad de sus palabras desde la estafeta, dilapidando los horas dado que la ausencia de oxígeno impedía el desarrollo de aquel fuego. A fin de cuentas, acometer determinadas resoluciones le mostraba cierto ánimo: no avergonzarse de no ser feliz. Una vida valiosa y agradable, con una calidad elevada de la misma, no se alcanzaba con la felicidad. Ahora bien, tampoco escrutó para qué se vive, hasta ahí no llegó, menos aún azorarse por tal desconocimiento.

lunes, 25 de abril de 2011

Musitar




Acudir a la cita trimestral nos encaminaba, de modo inherente, a la cafetería donde más confortable se rememoraba. Tal vez la proximidad del viejo piano de sala vinculado con las muchas visitas que hizo al mismo, durante sus años como afinador de piano, contribuía a la ineludible cortesía de aquella página en blanco. Al sentarse en la butaca, extendía y cruzaba los brazos con aire de conformidad y aprobación, miraba con ojos dulces y seguros para dejar de escuchar a los demás. En esta ocasión tenía mucho sobre lo que relatar, le habían operado de una verruga en la espalda y estaba convencido que no saldría del hospital, de ahí la visita obligada de esta última velada. Disfrutar de aquel lapso de tiempo entre ese límite y sus acompañantes, derivaba en un café frío, un silencio incómodo para los demás y una cierta mirada cómplice entre sus acólitos. Y a continuación aparecía su rareza por excelencia: murmurar para sí mismo. Ninguno de los que estábamos a su lado captábamos el sentido de lo que musitaba, pero era algo sibilante como una especie de soplido, patente y porfiado. Entre tanto, nos concedía algo de audiencia a modo de explicación de una lección o como si pronunciara una conferencia. No obstante, al rematar su charla se oía un silbido que clamaba ruídos suaves y gimoteaba docílmente, sin llegar a derramar lágrimas. Producía aquel sonido suave y apecible mientras cogía la taza entre sus dedos, al coger la servilleta de hilo para apartar los restos de café de las comisuras del labio. Aquella voz inanimada que salía en forma de aire expelido del viento de sus pulmones era su propio yo, el extracto de su pensamiento y de su corazón, la que no alcanzabamos a escuchar los que nos hallabamos a su lado, percibiendo meros y extraños ruídos.

viernes, 22 de abril de 2011

Déjà senti




La mañana de un viernes de abril, cuando se cumplían tres años de la muerte de su padre, recibió una llamada inesperada. Después de muchos meses sin saber de él, consideró que el timing adecuado para que sucediera esa comunicación en el instante oportuno, era esa ocasión. Tenía un propósito en mente, tomarse el trabajo de acudir a su casa para recoger el recoger, a modo de matrioskas o la mise-en-abîme, imbricando la coima que debuta como equidistantes cumbres por donde rebasó la astucia. "Haz lo que quieras", fue la única respuesta que ella le contestó, a lo que él respondió: «Nadie, ni siquiera Dios todopoderoso en el cielo, puede hacer lo que quiere. Todos, absolutamente todos, estamos condenados a hacer sólo lo que podemos». Acabó con aquella comunicación sin protocolos y artificios. Aquella no había sido una buena conversación, pero era la primera que mantenían después de tanto tiempo. Sopesó si reciclar un antiguo amor, ahora que ella ya no era la misma que él conocío a pesar de que sentía como ella, la perpetua, la de siempre, la que sobreviene, la recién incorporada y afirmaciones contradictorias, con segundos de personalidad ambivalente. ¿Y por qué no ese viernes noche?  Un viernes de cinco segundos de risa para consumir la inobservancia de sus poderes, mientras él hablaba de su conciencia. Pero todo se convirtió en una experiencia déjâ vécu de sensaciones conclusas en lo más interno del abismo, ofreciendo otro alcance con apariencia discrepante, siendo un breviario alado que depositaba ideas sin asegurar nada.

miércoles, 20 de abril de 2011

Clave



Con el conocimiento sofisticado de aquel idioma y el automatismo de una lograda habilidad para la prosa, narrando sus experiencias, prestaba atención a los secretos reservados de los movimientos convulsivos de sus golpes de tos y a las patadas que con tanto arte, golpeaba al aire. Los pactos tratados y convenidos, ella los poseía del modo más exclusivo mientras mimaba el desbordante epitelio sensorial de aquellas palabras preñadas. Durante el tiempo que duraban los diálogos, ella solo descodificaba un determinado códice cifrado: ·engullirte, primero los hombros y seguidamente rodear tus caderas. Peregrinar por tu talle con el sosiego y la quietud de irse a vivir al campo buscando tranquilidad·. Con la intermisión de cada transmisión, ella no precisaba carnes, verduras o legumbres para reponer fuerzas, solo algo de azafrán y romero, para alterar el sabor del alimento que él le proporcionaba y, nuez moscada y pimentón para excitar su paladar, entretanto acariciaba su cuerpo impreciso y borroso. Y así, tamizando su complexión con sumo cuidado, suavizaba el color de la pantalla mientras seleccionaba el brillo que él desprendía. Hallando objeciones, si no recibía respuesta por su parte, conmovía todos sus instintos y pautas de conducta echándose al coleto con la frugalidad y moderación de una cena con frutas. Ése era el instante en el que cerraba los ojos para destapar el fantasma que ni el paraguas lograba entender y abrir. Solo deseaba que regresara su voz, entretanto necesitaba sus llaves etílicas a la vez que mordería la nuez de su garganta.

domingo, 17 de abril de 2011

Especialmente querido

                                                      Mirta Massa



Como un verso suelto que no forma rima perfecta ni imperfecta, se constituyó algo parecido a una sociedad comanditaria muy particular: dos de los socios respondían, de un modo ilimitado, a deudas sociales y participaban en la gestión de la misma y un tercer socio comanditario no intervenía en tal gestión. Y así se cimentó aquella suerte de consorcio, en el que los tres individuos tenían intereses comunes. Él, era el empleado de su marido y Ella pasaba mucho tiempo sola. Su esposo viajaba, tenía un cargo de responsabilidad que le hacía desplazarse por distintas ciudades, supervisando y controlando la empresa. Progresivamente, Él fue internándose en su vida sin anunciarse. Gradualmente, de un modo progresivo se originó entre ellos, una historia de amor ridícula y esdrújula. Ridícula porque más allá de las experiencias de ambos, ese idilio, la adoración que sentían el uno por otro y la aflicción por no poder estar siempre juntos, solo lo captaban ellos. Ante los demás, solo se percibía dos adultos demostrándose su cariño, con toda clase de mimos y zalamerías, rodeados de saliva del modo más ridículo y extravagante. Y esdrújula porque todas las historias de amor tienen un enamoramiento, el final y todo lo que transcurre hasta que caduca y fenece, de los tres momentos, el acento o mejor, la virgulilla corresponde al primer período. Por lo demás, su aventura cruzó por todas las disposiciones del amor: el encuentro, la conquista, el apasionamiento, la obsesión, la comunicación, los celos, la consideración, la degradación de los sentimientos y  la agonía de aquel amor. En el esbozo de ese amor siempre dialogaron acerca de promesas del porvenir y en la decadencia de la consumación, solo encontraron lo remoto.

sábado, 16 de abril de 2011

Fuego fatuo




Él escribió algo como "Desarrolla tus defectos, que son acaso lo más interesante de tu persona" y mis dedos de hada estrangularon su vocación de erudito en epidemiología. Sus glosas de contable estaban escritas con letra menuda que, desacoplaba de aquella carpeta las baladas a modo de cálculo para resolver cualquier problema. Y desde entonces desatendí las reglas y fundamentos del proceder. Estrené nuevas amenazas sin llegar a hacer nada, tan solo por la singularidad que radicaba en que era aún más verde bajo su mirada. Y así, sentí como el reloj de aquel lugar en el que se acumulaban residuos se aceleraba, anticipándose a los pasos previos. Allí me encontraba, proyectando la tarea más ardua que arrostraba en la escalada: regocijarme de aquella locura, hacer ese disparate de viaje en moto, recomponiendo cierto juicio y sensatez para ser una alienada. Por un tiempo conseguí descuartizar los postulados del clan para sujetarme a su dominio, clavada a sus cadenas. Me tergiversé en su cortesana repleta de cursilería y melindre, derivando en una causa repugnante, tal como un carterista de octogenarios. Mas, lo apasionante y lo que despierta mayor interés es la imprevisión, acompañado de irreflexión, su firma se borró causando una baja, después de que aquel pintor bohemio retrase nuestra imagen juntos. Sus caricias dejaban marcas de rasguños y heridas que me transformaban en un animal sumiso. A pesar de ello, es todo un goce enrollado en voluptuosidad, retozar con fuego.

miércoles, 13 de abril de 2011

Agenda

                                                                Mario Testino
                                             


Su agenda ya estaba completa, pero le resultaba imprescindible identificarse, llegando a sentir algo ajeno como propio. Los lunes diversificaba las medidas de los duendes, haciendo múltiple y dispar lo que era único: restaurando las fábulas, convirtiendo los centímetros en pulgadas y, aquellos asuntos que parecían que nunca iban a acabar, los elfos se encomendaban a sus remiendos. Con todo, él desprendía sus promesas confeccionando cometidos varios, tras los que se ocupaba como una obligación de presidiario al ser parte de su condena, para más tarde agostar sus ojos de perdiz, siendo el indicio suficiente para la existencia de hupe. Los martes excedía las posesiones concedidas, calculando el número de unidades que le quedaban por vivir entorno al cantizal de su cuerpo, continuando lo empezado a corta distancia de sus retinas. Los miércoles las alarmas atemorizaban las imágenes impresas en los espectros de los microbios, infectando la herida y con un resoluto: la receta de antibióticos químicos de su existencia o un poco él. Los jueves precisaba intervenir acentuando la magnitud: crecer, acrecentar y prosperar con él, disputando acaloradamente en otros instantes. Con aquellos requisitos, en ocasiones desterrada del país que él configuraba, se sentía perpleja y extraña, solo acometía el ritual que con exactitud memorizaba. Los viernes se exhibía el vigoroso estilo con uñas sucias que él frecuentaba, un apacible y proporcionado fuego que logroba encender de pasión y locura. Los sábados, la marea retrocedía aquel malestar y las expresiones de ofrecimiento solemne de cumplir, reducía la intensidad. Y por fin los domingos, acababa el tiempo señalado, cumpliendose los plazos y encañonando el agua por la tubería hasta llegar de nuevo a los lunes.

domingo, 10 de abril de 2011

Huákala!




Andando errante y sin rumbo fijo por la ciudad, vagando con el aislamiento insuperable para con tu/usted, buscaba un lugar donde tomar un café, trastabillando con el escaparate de una zapatería de tallas y números grandes para mujer. Accedió al interior, contemplando todos los zapatos expuestos en las estanterías ordenados por categorías: zapatos cómodos, zapatos de temporada, zapatos para cada día, zapatos para eventos especiales. Seleccionó y prefirió unos zapatos de tacón y un bolso bandolera para comprobar y convencerse acerca del resultado de dicha combinación y el estupor fue descomunal. Al dependiente le molestó su presencia. Le acusó de espiarle constantemente, de vigilar desde la vitrina la parte de dentro de la tienda, achacando que observaba continuamente sus movimientos, incluso le llamó perdedora. Y allí estaba ella, paralizada mientras reclutaba todas sus ideas para aquel propósito determinado: defenderse de las falsas recriminaciones. Los ruídos de sus palabras y las ideas residentes que tenía en un determinado espacio del cerebro, pronunciaban términos sobre animales del campo y entonces pudo visualizar aquel paisaje que le tranquilizaba. Siguió buscando y halló el soneto de autor desconocido, atribuido a Jorge Luis Borges: "Ya somos el olvido que seremos. El polvo elemental que nos ignora, y que fue el rojo Adán y que es ahora, todos los hombres y que no veremos. Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y del término, la caja, la obscena corrupción y la mortaja, los ritos de la muerte y las endechas. No soy el insensato que se aferra al mágico sonido de su nombre". El comerciante se compadeció de su vulnerabilidad al dejar al descubierto algunas de sus flaquezas.

sábado, 9 de abril de 2011

Supresión de sentimientos






En ese fragmento breve de tiempo se percibió como una inadaptada, con una personalidad anómala y huidiza, aislandose del resto sujetos que surcaban su rostro como una cicatriz. Mientras su semblante se materializaba en una adecuada receptividad y expresivad y, sus palabras se disfrazaban de matices con determinados retoques junto con una efusividad decorada con abrazos y palmaditas en la espalda, asistía a un tratamiento dañino y perjudicial: la ablación glaciar por la rotura y separación de un iceberg. En sus momentos de ocio y tiempo libre se liberaba de la opresión del sentimentalismo y sensibilidad de las novelas rosas, omitiendo su finura y delicadeza para distorsionar su caracter y personalidad en un individuo de la zona de Cafrería, con un tono zafio y modales groseros, sin miedo a perder lo poco que tenía. Continuamente pensaba que una persona sensible no se deleitaría haciendo el mal a los demás, disfrutando de cómo sufren los otros, comportando excesivamente duro. Tal como los padres sensibles que abandonan sus hijos en los balcones o los propios "Enfants Trouvés" buscando lágrimas, disgustos, paseando por las filas de cunas como por una pradera. O como aquellos individuos capaz de intoxicar, con sus palabras y actuaciones, a todos los que encuentran en el contorno más próximo y sin embargo, consentir y tratar con excesiva condescendencia a su perro. O a modo de los dirigentes de cualquier empresa, que pueden llegar a mostrarse muy cariñosos y afectuosos en la celebración del retiro del mundo laboral de un antiguo empleado, después de la edad exigida por ley y a la vez, ser despiadado y cruel al destituir y prescindir de los servicios de uno de sus trabajadores. Será que el cercenamiento de lo conmovedor y emocionante nos hace adaptable y plegable como una cómoda aspiradora, adiestrandonos en la dificultad que lleva consigo la vida en común con otras personas.

martes, 5 de abril de 2011

Retrato encarnado



El dispositivo se preparó de antemano para que realizara la función respecto a la que se creó: mostrar imágenes en escala de grises en una pantalla monocromática de píxeles negros puros. Sobre un bufete de sastre de color naranja, rebajado con un tono más oscuro, sobrecogía las cuartillas de colores rojas, verdes, azules y violetas. La amalgama de colores con el gris de la barra de grafito, trascendió en una alianza, que fue todo un acontecimiento. Con trazos, rayas y alguna que otra tachadura, dispuso cada una de las facciones que constituía su rostro. Aquella estampa refería su vida y aludía a su propia personalidad. Decidió pintarse a través de un retrato robot, tras un destello momentáneo y oscilante. Y en un receso comprobó que los mecanimos tecnológicos estaban a su servicio, iluminando y enardeciendo su ánimo, así como su cara. Con la pluma visiualizó sus propias características en otra capa, usando colores que contrastasen. Encubrió el retrato del modelo y sobre un fondo apreció las formas que debía resaltar: la melena rizada más brillante, los cejas y los ojos en un sola forma,  la nariz  más recta, los pómulos más tersos,  los labios más perfilados y la barbilla perfecta. Y así, capa a capa restituyó cada una de las partes, cuidando la terminación en punta. Ahora restaba proporcionar los acabados necesarios: textura, volumen, luces, sombras y, alguna que otra corrección. El desafío era buscar el arquetipo de la sustancia contenida en su memoria, espolvoreada con canela aromática y creativa, mientras se sentía orgullosa de su nuevo aspecto.

domingo, 3 de abril de 2011

Beso atrapado



Una vez que destapó las medias verdades  y las medias mentiras el amor se desarraigó definitivamente entre ellos. De los seis niveles de conexión en los que cualquiera podría estar enlazado a otra persona, pasando por los amigos de los amigos hasta llegar al destinatario, solo seis pasos serían suficientes para llegar hasta él. Sin reparos, ellos no convergieron en ningún emplazamiento, permanecieron en sus respectivos pasajes cubiertos, sin consultar e interrogar a los amigos comunes por el otro. Ella promovió distintas razones para regalarle otra mentira más: un beso de sus labios que le hiciera existir con todo lo ganado por su amor, sin preocuparse por el futuro y desprovisto de conspiración e intriga. Un mero beso que germinara de su boca apetitosa, brindandole una caricia con su lengua apasionada mientras sus labios se fundían como el plomo para formar diferentes tipos de letras. Pero jamás se hallaron en cierto estado necesario para orientar los pasos convenientes hasta el otro. Hasta que aprovecharon la coyuntura. Aquello sobrevino vertiginosamente, no quedó un intervalo para la alarma y el sobresalto, ni tan siquiera para lacrar su retina. Las extremidades superiores, con sus muñecas y la punta de los dedos permanecieron suspendidos en el aire junto con los rugidos mudos que se agolpaban en sus mentes. Aquel encuentro fue tan inesperado que ninguno de ellos creyerón lo que les estaba sucediendo y todas las cosas que le rodeaban dejaron de tener la  forma que reconocían en su pensamiento. Siquiera el empuje de sus deseos tuvieron la consistencia que perduraban en sus recuerdos, mientras se producía aquel beso. Resultó un procedimiento maravilloso e insuperable, de una habilidad magnifíca que aquel toque que lanzaron con sus labios unidos y descosiendose en el instante justo de una pequeña aspiración, se rindieron culto.

viernes, 1 de abril de 2011

Poder de mujer



Durante muchos años tuvo la esperanza de conseguir aquello en lo que tanto confiaba: desamparar la mayor parte de sus bienes, abandonando su vida, así como su matrimonio con el declarado divorcio de su esposo, para que ella albergara la posibilidad de optar al cargo de presidenta de su país. Perseveró pacientemente como la anfitriona fundamental y de fácil entender, presentando voluntariamente su cortesía, su enriquecedora conversación, tal como sus ceremonias y dedicación de tiempo y esfuerzo. Hasta que rebasó las previsiones, abandonando ser la dueña de retrete, despreciada como patrona de inferior clase. Únicamente se enfrentaba a cierta consideración: la "Constitución prohibía la elección presidencial de los parientes de quien está ejerciendo la presidencia". De siempre infirió que los cimientos de sus proyectos debían deteriorarse superficialmente para proseguir con lo emprendido, sin perder de vista que al gobernar su país se obstinaba en omitir las hierbas que medraban en el jardín. Y entre el forraje desapercibido, ignoró el cariño y apego de las personas más cercanas a su vida. Como palabras invocadas a la divinidad, siempre tuvo en cuenta que la facultad que se tenía para ejecutar el dominio y la jurisdicción, precisaba de la unión para evitar actitudes y comportamientos pusilánimes. Pero ellos ya habían resuelto todas las exégesis: disolver legalmente su matrimonio.