Con las pupilas contraídas por la luz del sol, el dorso de ambas manos protege la vista de la estrella flameante a la vez que las piernas guarecen mi sexo maitinero y la cabeza noctámbula, dilata el tiempo para disfrutar del verano. No deseo buscar el modo de trazar la línea entonada del futuro inexistente en la paleta de fisión colorida de los días bochornosos. En una especie de collage, encajo poco a poco ruedas en un eje imaginario de parataxis por el que subo, bajo, escalo y consiento excesivamente a los recuerdos tanto azucarados como con sabor agrio. La técnica anti-aura de trozos tornasolados de la memoria estival, describe la reacción de momentos suaves y apacibles evitando sobre todo, la trampa y el enredo iconográfico de imágenes que confunde el impacto en el ánimo. Suben las temperaturas y las ideas yuxtaponen colores armonizados en la calima hasta multiplicar la liberación de imágenes metafóricas de un mañana panorámico y todo, para agarrar con fuerza la protección de las visiones coloridas en los días de canícula insoportable mediante la memoria intermedia del anti-shock.
¿Qué tal si yo me excitara con palabras en apariencia inocentes
como «difuminar», «rosado» o
«extrapolar»?
¿Qué tal si yo manipulara la conversación con la expectativa
de que otros pronunciaran estas palabras?
Rae Armantrout