"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

viernes, 30 de diciembre de 2011

Dichoso 2012





Se acaba el 2011 y por aquí continuamos leyéndonos y dejando en la inmensa mayoría de post-it, almendras garrapiñadas recubiertas de caramelo. Para el nuevo año 2012 que está a punto de comenzar tampoco pido mucho, como Cortázar, solamente vuestras palabras gráciles y sutiles como piñones de bicicleta que no cesan de rodar. Me complace tropezar en la vereda con los blog que encuentro a mi paso y caer de lleno entre las flores de alazor de vuestras ráfagas cual estimulantes de conocimiento de la realidad que me rodea, también como sugerencia de genialidad y originalidad de vuestras ideas e inspiraciones. Pero vuestra linterna siempre consiguen destellos de luz que pueden llegar a deslumbrar, facilitando el cambio de un lugar a otro de muchos de los muebles en los pisos superiores, a la vez que se siente la sacudida de los bártulos en la planta intermedia. Por tanto, aún sin encontrar "el sentido de la vida", costoso resbalón y si "se trata de revolucionar todas las condiciones en las que el hombre es un ser humillado" entre resuello, consuelo y algo de asma os deseo un feliz año 2012 para todas y todos.



¡Adelante, y que vuestra antorcha nunca se apague
durante el juego de ping-pong!


H. M. Enzensberger

martes, 27 de diciembre de 2011

Mujer de agua


Sin lograr determinar de un tiempo a esta parte de qué manera las moléculas del líquido que me conforman dejaron de enredarse con otras escamas, reparo una menor cohesión con el cielo sólido al que estoy adherida sintiendo la incapacidad de subir por las paredes que me mojan. En ese agua adaptable, en ocasiones pasiva y en otras cambiante pero siempre libre, turbulenta con remolinos y sensible, he conocido la historia de algunos peces durante el descenso de un río ceroso. Todas las bajadas tienen su parte complicada porque el caudal del río no siempre es el apropiado para favorecer el cambio de rasante. Como un buzo errante, tan solo cedo ante los signos y marcas que dejan las burbujas de cava y las pompas de jabón en presencia de la hipotética clarividencia de los sueños caducos. Siempre atenta al grado máximo de las líneas divisorias donde se halla el último confín del agua como el olvido sumergido. A ese agua interior se suman el estado de ánimo, las emociones, los recuerdos, la imaginación, entorpeciendo y a la vez, renovando la visión como una tolvanera. Y en medio de frunces acuosos, redoblan las ondas de mi corazón que nunca antes estuvo tan rojo.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Te lo dije







Entre los pliegues de su camiseta y las dobleces de sus palabras, se zafó de aquella boca cerrada un "ya te lo dije". Optó como deserción tolerada, hundir las manos hasta las muñecas en el agua fría de la pileta de natación, preguntándose si ése era el coste que debía pagar ante la bisoñez de la imagen mental que había creado sobre él. Sabía que después de tanto tiempo el lenguaje resulta inservible como una disculpa a destiempo, pero el hallazgo de una congoja impropia la sustraía del ventisquero donde se acumulaba alguna que otra reflexión blanca. Ese "te lo dije" contenía flaquezas propias de un mancebo que gasta todo el dinero del mes en caprichos, con la incertidumbre de la suerte del expedicionario consecuente y sensato. Dejarse convencer por sus debilidades suponía disfrutar de las manos de un mago usando su magia sin alterar el equilibrio, teniendo como eventualidad común el delito que regresa sin forma aparente en el margen de la razón. Después de todo ella engendró un boceto con una base de la propia artista, tutelada por la felicidad de un amor desorientado que al tratar de matizar los colores del bosquejo solo conseguía henchirse de una pena sumisa. Por tanto solo le quedaba empuñar el sentimiento grato y vivo de haber moteado el afiche expuesto en su corazón y en su cuerpo de un modo silencioso y nutritivo, permitiendo hendir la superficie pintada atravesando el fluido eléctrico directo al recuerdo. Una vez más, tu "te lo dije" inquietaba las convicciones de quien no sabe decir palabras para hacerse entender.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Natalicio



Así había transcurría su vida, descendiendo por una cuerda torcida con hilos gruesos, finos y largos mientras disimulaba como sus manos se escaldaban con un picor doloroso como el agua oxigenada cuando escuece y desinfecta. Hubo momentos en que sintió el mazo del tiempo como un pedernal gris amarillento que al golpearlo no producía chispas, sin embargo logró fingir cada uno de los números de la serie de aquellos bonos que encontró sin picar en su cacumen. De esta manera erró entre el extremadamente, el bastante y el ligeramente feliz, entre ni feliz ni desgraciado, el igual de feliz que desgraciado y el ligeramente, el bastante y el extremadamente desgraciado. Por tanto, no se consideraba ni feliz ni desgraciado, aunque tampoco fuera registrado por el guardia de seguridad de su vida buscando el objeto ilegal de la felicidad. En su octogésimo cumpleaños intentó localizar algunas cavilaciones trascendentes para él pero sin pensar en las posibles consecuencias que pudiera tener en los que le rodeaban. Según eso llegó a la conclusión de que hay dedicarse a ciertos asuntos inapelables: la honradez y generosidad en la forma de pensar y proceder, sin olvidar la belleza y la amabilidad. No omitió firmar su escrito con un ·permitir huecos a la intuición· sin necesidad de pensar en todo momento utilizando el razonamiento lógico, los asuntos mundanos de las revistas del corazón tienen cierto atractivo alejándo los asuntos de tanta espiritualidad. En ese espacio de tiempo en que interrumpió su partido, fabuló de qué modo la sociedad debería ser creada, sin odio, codicia y envidia, creciendo libremente. Todos estos instrumentos de limpieza le habían proporcionado la fuerza necesaria para clavar sus garras en la soga por la que nunca dejó de trepar.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Libro musical






Ante la ficción que contaban los capítulos de su novela, me acogí al derecho de mentir de los acusados que se encargan de la constitución de la mesa de invitados. En esa línea divisoria entre el serial de la novela tradicional que ofrecía sus lágrimas de sobremesa y el folletín inverosímil de las aprobaciones que sus leyes establecían como obvias, prometía una negable evidencia. Mi primera respuesta indujo sine die a auspicios inexactos, engañando y fingiendo de nuevo. En diferentes momentos, las letrillas de sus episodios sonaban a cantos de ruiseñor y a trovas de príncipes ranas, a la vez que en presencia de las quejas que escuchaba desde lejos resultaba ilesa del argumento de su guión. Una vez dentro de esas esferas concéntricas que se me antojaban como el mismo cielo en el que convivía mi cuerpo en su libreto, me quedaba detenida en la única solución de 40ºC posible para experimentar aquella deshidratación osmótica con la que conservar la fruta de sus episodios. "El lupanar se llama de nuevo la Casa Verde" donde el pintoresco grupo de músicos nocturnos que entonaban todas las polifonías en que se traducía su profesión lograban hacer que las lágrimas brotasen de los ojos del lector, donando parte del beneficio sacado de todas las situaciones del drama, sin estar en capilla.




El piano de cola, tembloroso,
relame la espuma que cubre sus labios.
Este delirio te abate, te hace flaquear.
Dirás: -¡Querido! -No -gritaré yo-,
       ¡no!
¿Al son de la música? 

B. Pasternak

viernes, 9 de diciembre de 2011

"Viven como si nunca fuesen a morir, y mueren como si nunca hubiesen vivido”

El cursillo de fin de semana se presentaba como un aggiornamento. Una puesta al día que suponía la oposición a lo que hasta ahora había vivido, encajando otra forma de someterse a la responsabilidad y obligación de atender el agua hirviendo donde cuece la pasta de un caldo infernal. El curso incluía dos noches de alojamiento, todas las comidas, sesiones de estiramiento y elongación, un tiempo dedicado a desordenar las prioridades de cada uno de los asistentes. El programa comenzaba el viernes por la tarde al llegar al chalet, tras la distribución de las habitaciones y dejar maletas en cada cuarto, los participantes administraban su tiempo de la manera que ellos decidían sin tener en consideración las consecuencias de su determinación. La primera tarea del sábado consistía en no hacer corresponder nuestros actos con nuestras promesas. Esa irresponsabilidad hacia todos los problemas que acababan por maniatarlos, podía llegar hacerles gozar de la informalidad y la falta de protocolo. Y así transcurrió el sábado, divirtiéndose por el simple pasatiempo de respirar, mientras retrasaban sus relojes y a continuación se descuidaban comiéndose unas galletas. El aprendizaje básico de ese día fue que, la contaminación de sus vidas originada por la impureza del aire que envuelve su existencia, se estancaba por el anticiclón de la costumbre y la ausencia de precipitaciones que arrastrara la pasividad. La sorpresa llegó a última hora del sábado, donde la persistencia les devolvió las tareas de la mañana: algunas de las preocupaciones que habían anotado en la pizarra magnética habían logrado arrinconarlas en su corazón, fortificándolas y comprimiéndolas con los dos puños. El domingo habitaron en el Tibet, esforzándose en despertar las virtudes y habilidades de cada uno de ellos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Besos brujos

Stella Sidi

 Una t sorda se escapó de tus labios de ahí que la única licencia de auxiliar de vuelo la encontré en tu boca, tapando el misterio oscuro y blando de tu lengua haciéndote abandonar. Desconozco como ocurrió pero dejé de entender tus ademanes, las señas de tu habla mesurada y consecuente se disiparon como una sospecha permitiendo que la profundidad absorbiera la cobardía paralizando la mirada esquiva. Y mientras tocaba tus labios juntos, fotografiaba cada secuencia precisa para más tarde rellenar el álbum en blanco que tú me regalaste la primera vez que encontramos la llave perdida. Al notar que tus labios se desprendían como una tira de badana cosida entre la suela y la pala, me percaté de la suavidad y elasticidad del fuego fatuo que inflamaba tu interior formando una llama que andaba entre nuestras bocas. Esa quema invisible del pantano de tu boca eran luces pálidas que se veían en el anochecer de mis deseos. En tanto tu experta lengua me convidaba al compás trepidante de una esgrima recta, donde al simple contacto de un punto en común en tangente con el círculo de mi piel se encendía. En esos momentos de vesania lenta atrapabas mi voluntad, a la vez que me reconocía vencida y sin fuerzas por continuar con mi empeño. Y una vez inoculado el veneno solo podía enmelar el mal trago degustando la embocadura, mientras libaba tu excelente reserva.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Relato falso

Caminar entre islas


Él habló acerca de la memoria del relato que quiso desposeer tanto lo esencial como lo anecdótico, de los dientes que perdió al desgarrar la carne, del recorrido inverso de la rancia historia que los zombie acabaron por tragar con ansia. Así desde el final, con la causticidad necesaria restañada por el alivio de la multa encontrada en el parabrisas, se obligó a vivir con el raspón del roce violento, sin esperanzas de narrar los escasos dientes que conservaba en el cofre que el dentista le regaló. El extraño desenlace contribuyó a reconocerse a sí mismo, al descubrimiento de algunos datos esenciales del sentimiento que hasta entonces desconocía, al igual que Edipo al enterarse de que la persona que había matado era su padre, él constató el profundo amor que padeció por ella. La marca que el nacimiento del insólito amor liberó, complicó la acción contenida en aquella carrera de caballos, buscando el modo de refrenar la velocidad del juego de cartas donde el naipe del caballo de bastos jugaba con tres pintas frente a los mirones. Y tras el intento de llamar cada cosa por su nombre, en la exposición inicial se abstuvo de comenzar el planteamiento después de que ella se transformara en la localización del punto negro de la retirada de ciertas piezas del motor que movió toda la maquinaria. Con el propósito de finalizar, terminó el falso relato aprendiendo a caminar entre islas, "porque vivir es cosa de unos pocos y tú solo conoces lo imposible".