Al mirar por el espejo retrovisor y observar la imagen, registre entre mis archivos, más documentos sobre el mismo asunto afianzando la sospecha: secreteabas cuchicheando a mis espaldas. En ese momento no supe por qué tu pensabas que somos tan distintos, cuando a los dos nos une un pasado modesto y sencillo, un presente dedicado a la preparación y dedicación de aquellas personas que lo precisan. Tan solo la actitud hacia la creencia en los demás y su compromiso, nos distingue y distancia. Al iniciar el trayecto conjunto, pisé el confetti envenenado que arrojaste en tus primeros encuentros y ante mi comentario: "es muy importante demostrar una buena actitud" sentenciaste a muerte la cordialidad entre compañeros. Tan solo llego a confirmar que si la herida a tu amor propio fue tan profunda se debió a una sola razón: entendiste que desenmascaré tus verdaderos propósitos, despreciar y aplastar a quien fuera necesario con la condición de conseguir tus finalidades. Ahora todo tu sueño se ha cumplido: ocupas un cargo y tu transformación es todo un hecho que asusta y produce cierto desazón en el estómago.
Un hombre que está llorando
con la risa que aprendió.
¿Quién será, quién no será?
—Yo.
con la risa que aprendió.
¿Quién será, quién no será?
—Yo.
Nicolás Guillén