"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

domingo, 29 de abril de 2012

Suite para orquesta

Eric Tabales




Con la franqueza de esa libertad formal que llega del gruñido ronco que parece pronunciar sus palabras ininteligibles, rebasa el preludio que él eligió para pasar a la invitación de ciertos monosílabos que completa la pieza musical. Escribir una partitura con onomatopeyas, carraspeos, gemidos y toda clase de secuencias sonoras crearía una original suite para orquesta. En cada verso deja entrever un querer asomándose a la letrilla mientras afila sus garras en las cuerdas de la antigua lira de Ur. A medida que la configuración de los sonidos va tomando cuerpo entre las adivinaciones, la preferencia por ese cariño se torna en un manto que yace verticalmente. El incesante rebufo de pasión que presenta la letra de la canción urde una seda en los esgarros serenos que fluyen de su interior. Pero como en toda melodía, al final la balanza por amor se inclina a favor de alguien y la unión clandestina se queda en blanco. Y así, como una cárcava erosionando el mensaje de la melodía que nadie llegó a escuchar ni entender, la mortaja de la letras encaja en la escala musical la adoración de aquella canción de amor que intentó imitar.

viernes, 27 de abril de 2012

Ilusión

Notalgica




Con una recóndita inexpresividad colándose por la puerta trasera de su proceder, se ajustaba a los convencionalismos mientras apostaba en las esquinas y barboteaba con los escorpiones. Después de años retorciendo sus brazos, se acostumbró al destello de la noche y a la luminosidad de la niebla sin obviar el pulso de la oscuridad cerrada de los días. Dejó delatar el final de la jornada vestida de arena amarillenta. En ocasiones se sorprendía de la falta de responsabilidad que precipitaba hacia sí la quietud de sus maniobras pero la verdadera justificación era la energía que la fuerza de voluntad traspasaba en el recorrido diario. Ante la pequeña imprudencia acertaba a guardar una tira incandescente en el bolsillo trasero de su calado pantalón vaquero.

lunes, 23 de abril de 2012

Retrato

James Ensor

El fondo del retrato era indiferente, no recuerdo si aparecía un tabique gris o una cortina apagada, pero tus ojos bajaban ligeramente la mirada a algo que sostenían tus manos, quizá un libro o un periódico. Aquella asimetría facial te hacía inconfundible. Lo más destacado de tu cara era el iris marrón y verde oscuro de cada ojo, entre tanto ese manantial te hacía ser consciente dentro de los propios sueños. Aprendiste a poner toda clase de caras en las instantáneas que te tomaban, con una sonrisa voluble sin abandonar tus cejas irregulares y la nariz rumpole que siempre te caracterizó. Sin embargo, en aquella fotografía había un pequeño espacio que no resultaba visible a mis ojos, desprovistos de espejos calientes donde captar la radiación infrarroja de la evidente claridad de tu piel. Te propusiste dar la vuelta al mundo para mudar esa piel fría, llena de sombras que ocultaban la corteza que te despegaba. Y ahora que me apliqué a mirar con más profundidad los retratos de los demás, a descubrir una nueva piel en el grueso de los tejidos, aparece tu fotografía entre la viveza y la promesa de la movilidad de una nueva talla.

Retrato. Germán

jueves, 19 de abril de 2012

Desdentada





En torno al complejo triángulo de su figura, así como el paisaje que ese día le rodeaba y los objetos que la acompañaban, esa mañana descubrió que le faltaba un diente. Los ligamentos que sostenían el diente al hueso se fueron despegando de sus hilos mientras se enfriaba, dejando de devanarse los sesos al mismo tiempo que alababa la distracción de sus propias mentiras. En el pasado, la delicada mucosa que rodeaba el cuello del diente finó la carne que mantenía el sentimiento muy vivo hasta estrecharse y dejar de abrigar el diente de león que encontró en el camino. La agenesia gradual de sus muelas del juicio abandonaron el tono alto de la caja china. Ahora solo le quedaba un hueco acondicionado por donde la tronera mandibular pasaba una sonrisa resucitadora. El aire corpuscular entraba en la boca de piedra granate y salía arrancando flores .

sábado, 14 de abril de 2012

Mistificación

Sin orden ni planeamiento y al amor de la lumbre, me liberé de tu cuerpo truncado atravesando el vértice de algunas de las caras de la pirámide que encierra tus laberintos. Sentada sobre el banco de la mastaba funeraria, observo con claridad, el dibujo que representa tu perfil. Todavía a día de hoy, cuando todo terminó por siempre, continuas ensopando algunas de tus pequeñas moléculas hasta empaparlas en este batido de leche y canela. Me creaste como clave central del arco de tu laberinto para deslizarme por la vertiente del tejado a dos aguas que te protege. Incluyes el infantilismo de mis palabras y habilidades como la justificación a tanto desprecio pero arrastras por el suelo el sueño que te persigue, mientras descubro tus ganas mirándome por la espalda. Cuido las palabras en cada una de mis visitas acompañadas del vestido más flexible y suave para que la aldaba de tu puerta no se deteriore ante el batiente del pequeño puerto en el que está situado tu bote. Desenfunda la cubierta de tu techumbre, repleta de carámbanos y no te preocupes, no reanudaré el punto que se había interrumpido.

martes, 10 de abril de 2012

Nota

La primera vez que vi correr un hilito de sudor por su frente hablaba ante un pequeño grupo versado en lenguas clásicas. Como el cilicio mortificante sujeto a su cuerpo, la piel transpiraba al hacer callar la turbación después de hacer carteras con los recortes de piel. Sus días distraído en la biblioteca, marcaban el inconfesable contingente de orden interno que establecía las cuotas obligadas. Y ahora el miedo a enmudecer, guardando para si las palabras que no se atrevían a salir, enfriaba su vanidad extendiendo la baja temperatura por todo el tórax  hasta ascender al cerebro. Restituir cierta tranquilidad después de lavarse las axilas durante un tiempo impreciso, despegándose de las aguas termales y de la voz sorda y bronca prendía las notas rotativas. Lentamente cada una de las palabras se desmoronaron sobre las mesas de las redacciones entre tanto la bola de nieve aceleraba las comunicaciones. 

Hay un vacío en el que no se oyen las zapatillas.
Y otro más profundo: el que disuelve nuestras manos.
Y nuestro cuerpo. Y sólo flotan unos ojos
que no lo parecen. Aunque daría lo mismo
porque ya no pensamos con palabras
que todo lo confunden.

Julia Uceda 

sábado, 7 de abril de 2012

Lenguaje en movimiento

Han Hartung

 Situada delante del lienzo, haciendo mutis ante el frontispicio de la base blanca, desafia la fuerza expresiva que sus manos aspiran desde el diálogo nervioso de su imaginación. Así comenzaba el baile cada noche, alternando el movimiento amplio de su brazo al compás de la música que escucha en su mente. Su primera clase de arte fue por casualidad, tras acompañar a una amiga y descubrir a los demás estudiantes realizando el esbozo de una modelo desnuda, decidió que esa sería su vida. Hasta llegar a situarse entre luces, sombras, chorreos, esgrafiados y manchas amorfas expresando las emociones y su propia personalidad. Pero en realidad sus pinturas las aderezaba de la manera más tradicional y equilibrada, manteniendo el efecto de un impetuoso golpe de brocha encima de la tela. Primero dibujaba el bosquejo cuidadosamente con lápiz, esmerándose en el relleno con óleo después y finalmente, perfeccionando hasta el más mínimo detalle. Cuadro a cuadro, su voluntad se fue estirando mientras encajaba las salpicuduras y borrones de sus practicas sin desentonar el aspecto técnico de "un lenguaje humano diferente".

Mas bien se arruinaría a cambiar.
Preferimos morir en nuestro miedo 
que subir a la cruz del momento,
Y dejar que nuestras ilusiones mueran.

W. H. Auden

jueves, 5 de abril de 2012

Paleta mendocina

Julio César Ovejero

Sentir el tempo presto de un soplo en el ojo, ayuda a captar la sudoración de horas que conlleva el impulso de la propia nostalgia. Hoy dejé abierta la quietud de la morriña como si de una exiliada se tratara, al ser expulsada de su país por una determinada ideología. La venero siempre que aparece, a modo de sencilla menina que sirve a la infanta de la retentiva. Irrumpe apaciblemente, con estampas rebosantes de palabras que se emborrachan y de "cucarachas" que tocan el violín. Y así, continuas rescatando y exhumando los restos del viejo cementerio hasta descubrir que el mismo sepulturero es un viejo amigo de la infancia. Sobre el tablero, con los pies en la báscula, tu secreta y enigmática presencia se tambalea en un adiós alterado por la sonrisa de algunos gajos de las flores que regalas. Entonces desde las pequeñas esferas concéntricas que se mueven los astros de tus pensamientos, haces sonar las alas, de forma repetitiva, en respuesta al silbato que imita el canto del ruiseñor, preparándome para disparar. Entre tanto, con una sola frase ladina y vivaracha consigues merodear haciendo ronda delante de la joyería, lustrando el pellejo de vino. Hasta llegar a la chispa eléctrica de la bujía de repuesto que guardas en tu mano, bajo la única barahúnda del neceser de tu locura, manteniéndose fiel a la máscara de tu piel. El humectante que recibo de tus yemas, estabiliza el contenido de suero que necesito para evitar deshidratarme.