"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

martes, 28 de febrero de 2012

Consorte

Apunten
La lámpara de cristal de roca se balanceó ante el manotazo evasivo que ofreció por respuesta. Los diálogos remotos de los viandantes, los automóviles y los pájaros aponsentados en los árboles de la calle irradiaron el silencio de la autodefensa del inculpado. Durante la interpelación, el diccionario moderó lo que se consideraba la excesiva soledad y la circunspección hizo que se detuviera en el enchufe que había detrás de la silla, con la toma de corriente quemada. Entre preguntas, réplicas y alegaciones demandó una pastilla, mientras el efervescente descomponía su anhídrido carbónico escuchó como pasaba un avión, necesitaba disimular las alusiones difíciles de digerir. Creó un negocio con un despacho girando sobre sus pies, sujetando con fuerza el bastón insignia en sus manos y una fundación con ánimo de lucro. Dejó de vender el fausto alarde de sus orientaciones por teléfono guardando los sellos en la cúpula del palacio. El recuento prosigue entre los bollos del Café Suizo con una hendidura de azúcar en polvo por las aguas de Malvarrosa. De vuelta a su casa, abandona el país donde se avienen las líneas de sus manos y se desprende del humo que le acota hasta amotinarse en el cubierto de la lluvia.

"Si siguen creyendo,que no pensando,que el personal va tragar con la trama de defensa montada por los expertos del reino,incluídos los medios de comunicación, me huelo que al menos un 30% de los que aceptaban la monarquía se harán republicanos,y no sólo porque su yerno e hija se hayan montado una ONG para hacerse millonarios y, hayan defraudado a hacienda y evadido capital, sino porque encima se nos trata como a súbditos, plebe ignorante, diciéndonos que el licenciado en tres días es inocente. Salud."

sábado, 25 de febrero de 2012

Subasta

Sam Levin
Bajo la lanza hincada en la tierra conquistada considero qué parte de las posesiones me concederías al igual que al soldado que venció a su enemigo. Después de convertirme en una especie de signo reconocible que certifica mi autenticidad sobre la base de una actriz camaleónica aprendiendo a transformarme según la situación, traiciono mi propia confianza para terminar siendo cómplice del agente de policía que vela por el mantenimiento del orden interno. Al mismo tiempo, la capacidad de ponerte en contacto con otras personas o entidades hace que te considere el mejor representante a tener en cuenta al que no le faltan invitaciones a fiestas esplendorosas. Encadenando estos sucesos fortuitos,  me eliges en la subasta de la esposa babilónica, no como la puja más elevada sino tras haber pagado una cantidad para ser aceptada por lo que mi precio total acaba siendo negativo. Es pura operación de marketing, en otros momentos jugamos a "piedra, papel o tijera". Pero entre las artes suntuarias de tus tretas aparece el concepto de utilidad: ¿para qué sirve la veladura de un amor expuesto en un escenario agonístico donde ambos rivalizamos, no tanto para conseguir la afición deseada como para declarar el tonelaje de artimañas para lazar al otro? Entre chasquidos, nuestros bienes posicionales han perdido deseabilidad en este ranking.

Demasiada gente gasta dinero que no tiene para comprar cosas que no quiere para impresionar a gente que no les gusta.
 Will Rogers

jueves, 23 de febrero de 2012

En cuarto

Matilde Alonso
 Con el pestillo cerrado, ahora estarás sentado en tu mesa de madera de roble y patas chaflán con los dedos desparramados por el teclado mientras malgastas tus recursos en trenzar el esparto mate de los ciclones. Es una evidencia que no recabo un título nobiliario pero no logro resistir la tentación de mojarme hasta calar el sótano de mis vísceras en el tifón de las costas asiáticas con tu epónimo: Siempretú. Y así, armada con tus quejas, protestas, desvaríos, delirios y ensueños me despido con sonrisas y abrazos cada noche. Hay ocasiones en que me valgo de cualquier medio para atrapar globos de bujías que saltan con chispas eléctricas del arrebol de tus mejillas. Otras, escapo de las ruinas de tus desolladuras en los días de hielo, tras volar y aterrizar cojo un taxi y me quedo dormida en el asiento trasero, esperando a que bajes a recogerme. La persona que somos y todos nosotros somos dos, uno y uno, entendiendo y encontrándonos aún medrando con gestos pueriles de una solemnidad protocolaria hasta que los labios se agrietan mientras esperamos a que suceda algo. Ante el eclipse del baúl y la suavidad de tu voz, la velocidad de mi lectura se precipita en las noches esdrújulas.

lunes, 20 de febrero de 2012

Energía dispersa


Esa noche dejé de avistar mis manos de marinero, necesitaba varios minutos de desconcentración. La poderosa mirada sugestiva de aquellos ojos que de manera sostenida, fijaba su inspección en los míos paralizaban los centros nerviosos de mi retina alterando el equilibrio de mis neuronas. Y sin darme cuenta, me atoré en aquel examen exhaustivo y toda la dispersión se concentró en una especie de recreo, como tomar una copa en mi propia casa. Bajo la extraña hipnosis que produjo, logró curarme practicamente al instante aquellas erupciones cutáneas junto con otros ezcemas salpicados en mis manos. Las verrugas que sus largos cabellos me habían provocado desaparecieron espontáneamente en la primera sesión gratuita. En la segunda sesión, mi cabeza se llenó de silbidos y aplausos a la vez, ocasionando una respuesta galvánica en mi piel generando el mejor detector de mentiras. Entre la inspiración del excepcional estado mental, me encaminó hacia el 88% del inconsciente que no utilizaba, demostrando como "el reservorio de recursos personales" podía solucionar los problemas que encontraba diariamente. La cura milagrosa resultó ser más efectiva de lo que creía: no solo aprendí a ver, escuchar y sentir sino también a mirar con ilusión, a percibir una orquesta y a advertir la experiencia, aunque había ocasiones en las que trataba de ilustrar con bellos adornos los pañuelos desechables para escuchar el aullido triste de la sospecha de un nuevo corazón silencioso.

sábado, 18 de febrero de 2012

Perspectiva equidistante

Mabel Palacín
Al destacar de la aspillera y encontrarme ante una extensa tabla de planchar frente a mis ojos, puse los dedos arropados por guantes, donde aspiraban a disfrutar de la revelación del paisaje, con el único propósito de desertar de la consistencia formada por partículas indivisibles. Frente a aquella amplitud, como valor máximo que pueden alcanzar cualquier magnitud oscilante, encontré mi semblante lívido y exangüe tal que un tute arrastrado. Apacigüé los vientos de mi tienda de campaña poniendo sobre aviso sin levantar sospecha, nadie se escamaría acerca de ese último trance. Y así, como si llevara un pez en la mano cual una "pecilina" se tratara, aprovecho que el menguante estropea algunos barriles de tus palabras destilándolas con cierto calor y obteniendo un licor en el que me empapo. Embriagada por tu espalda y en una segunda lengua, rotulo la inscripción de los besos imaginados entre cuatro paredes puesto que nada hace sombra a los límites de tu poder. Con un letraset, tus piernas transparentes quedan adheridas por la presión a mi piel y el mapamundi de tus pompas persiste fijado en mis uñas que atrapo con fuerza y deseo. Clavando en este papel de abertura entre el muro, continua tu boca tropical en mi nuca como un lazo que une mi columna vertebral a tu cabeza hasta que mi vientre blanco se contorsiona en presencia de tu capricho. La imagen de aquel lugar indefinido, provocó cierta confusión en las pequeñas nociones.


cuerpo recuerda esos deseos
que por ti brillaban en los ojos
y temblaban en los labios


C. Kavafis


y fue tu cuerpo en aquel tiempo mi jaula/ mi sarcófago/ la ola
inmensa a la que me brindaba / afiladas las fauces/la carne
deshaciéndose en la boca
tu cuerpo / noctámbulo y violento /de aventura exquisita/con hileras
de nácar / filones de marfil /de salvaje montura 
M. Troiano

domingo, 12 de febrero de 2012

Marca mayor





Ayer me acosté tarde y hoy me levanté a deshora. En ese fuera de tiempo me sentí como una adolescente que realiza parte de sus trabajos en horas en las que se infiere conclusiones erróneas, pretextando mi enfermedad como la nieve gris teñida de la ciudad con marcas de neumáticos. Será que soy una inmadura permanente, pues vivo en esa edad que sucede a la niñez y que transcurre hasta el pleno desarrollo, en tanto que se potencian mis actividades nocturnas, espabilando mis dedos al tomar la pluma durante ese tiempo. Así, recurro a lugares comunes sin explicar nada hasta resolver un pequeño espacio ocupado por un cuerpo cualquiera con el deseo de cambios radicales: cambiar el horario del ateneo. Tras descubrir el pasadizo, llego a un mundo que se crea en las páginas virtuales que leo, en los poetas que pronuncio y silabeo. Pero la prisa cotidiana arrastra el núcleo de aprendizaje y las noticias se escriben con tinta de reestructuración del mercado de trabajo, del despido más fácil y barato, del blanqueo de dinero en Belice y el Coliseo romano cubierto de nieve. Por un momento me detengo ante la lectura de las reglas y el código de circulación con toda desconsideración, ya se acabó el tiempo presente de retoques en los cuadros. Es el momento de cancelar las letras de la hipoteca, entretanto estrujo el papel limón para sacar el jugo del meollo olvidando la belleza de las palabras, distanciando las conductas y los hechos intachables, a la vez que ensalzo la carne con arrugas, las estrías y la celulitis.


# No eres la única adolescente.

martes, 7 de febrero de 2012

Cosas pequeñas

Rodeada de árboles y sin el deseo que destierres esas palabras de recepcionista de dudosa explicación, tomé de tu lenguaje el pináculo más sublime como cesión del idioma quiché. Distanciándome de las calles de referencia que la vieja unidad doméstica de tus frases apelaba, al citar tus revisiones junto con las atenciones que te caracterizaban, separé de tu eslogan las palabras y letras que delataban saludos lejanos, algunos acordes finales de canciones, además del gaudeamus reposado y mullido de tus labios. Desde el Estado de los Altos, las aclaraciones añadidas a tu voz estaban sujetas a los árboles anudado al linaje acelerado del grupo de palabras abstractas de tus adjetivos, desbocándome a pedir auxilio con pequeñas palabras a modo de óbolos. Ese glosario rígido, dejó de yacer en mi costado para establecer una desusada relación con otras cosas y palabras. La pieza de aquella heladera que me regalaste sin compresor, dejó de conservar el frío y ahora los pies de tus letras patean por las ramas de los arbustos. El último mensaje minimalista llegó en un reloj de agua con el que pude medir tus pulsaciones y la máquina de lluvia con agua de mar vaporizó cada uno de los granos de sal que acibaraba el aloe vera de tu medicina.

jueves, 2 de febrero de 2012

Algo a que aferrarse

"La llave está debajo de la puerta. Pienso en ti desde el sábado". Encontré tu mensaje después de desgarrar y arañar la pared que acondicionamos para dibujar el mural de mortero fresco y húmedo de aquel ultramarinos abandonado. Como un bumerán, columbré por tu forma de escribir que el muro por el que trepé desde el suelo que pisabas, se había tornado en una escarpadura donde el declive de la superficie dificultaba la visión de tu mesa caletre. El desnivel áspero de tus palabras procuraba un rincón de la lectura apacible que la plenitud de tu ser dona. A veces me siento inquieta ante la falta de precisión que me demuestran tus bocanadas de tizne, como arrojos de cuchillas de afeitar que por su lentitud desangran el flujo de vida recuperando pequeñas inyecciones en las hojas del periódico. Y una vez arriba, de puntillas, acariciando las nubes con patas, dejando a la zaga batallas y movimientos rápidos de tus encíclicas solemnes de Papa omnipotente, junto con tus expresiones faciales, encuentro todas las definiciones que te caracterizan. Guarecerme de la incompatibilidad de unirnos, así como de un posible arbitraje, me hace encontrar nuevas poternas para salvarme en el foso de tu paralelismo y desproporción. Lo mejor que nos sucedió fue crear en la imaginación el deseo de que una vez cada dos años una ola de frío traería algunas palabras escritas por nosotros mismos, en un nivel que sería el verdadero. Esas palabras serían estampas nítidas y exactas de todo lo contrario de la eternidad, como si en la perpetuidad la carencia penetrase a modo de un perfume, un gran instante permanente, alejados de la vida cotidiana y dejándonos satisfechos.