"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

domingo, 26 de mayo de 2013

Desplomada de cautelas


Desde aquí abajo, la publicidad de tus palabras no está envuelta en proposiciones capciosas. Tumbada, te veo con una  intensidad reposada cuanto más busco la levedad de tus caricias en las manos amantes que afanosas escoltan mi falda. No podría renunciar a esta comitiva especial de remilgos y cursilería por muchas semanas, sin embargo más de seis días de concomitancia entre tus enredos e intrigas es como beber zumo de pomelo desaborido. Pero mantienes en tus once, doce y trece todo el arte de amar de manera gratuita hasta volcar intacto el dislate de mi lengua para licitar por aquel jarrón chino. Sé que me disfrutas entre interrogantes y sigilos y en la desviación, percutes tu abdomen atrapando cierto pulimento en la tersura de mi vientre. Y así, al presentarme sin previo aviso en tu casa, te despojo de lo accesorio invocando besos y caricias con carácter mágico entretanto prometes ciertos acontecimientos futuribles. Con esta escena, configuro la utilería precisa de tu imagen donde encajo la ración justa que me ofreces en cada una de las luchas cuerpo a cuerpo.


Convéncete. 
              Hay cosas que no cambian. 
Por mucho que haya avanzado el mundo, en estas lides, no 
he de capitular sin condiciones. 


María Rosal

jueves, 23 de mayo de 2013

¡Estamos hartos!

 Mar nos invita a escribir sobre aquello de lo que estamos verdaderamente hartos, cansados y fastidiados.
Entre la risa maliciosa, la indiferencia de los que nos gobiernan y el atroz sometimiento que sufrimos como una especie de estupro al experimentar el abuso de la imposición en cada uno de sus engaños, el espíritu del mal ataviado del hartazgo de los urbanitas y rurales de este país, deambula por las romerías acercándose cada vez más al santuario encendido con luces rojas de alarma. Hemos dejado de esperar con credulidad y cierta seguridad, que este sistema podrá proporcionar trabajo a los millones de desempleados que existen escuchando el crujir de sus huesos cada vez con más fuerza. Los que nos conducen por esta variante, se acorazan y protegen con planchas metálicas de las manos y voces necesitadas de sus aldeanos, permaneciendo cómodamente en su condición de casta privilegiada, lavando sus acciones en los anuncios de cielos azules. Mientras los suicidios se suceden bajo los ojos incendiados, los desahucios, los recortes en salud y educación, la emigración de los jóvenes, las evasiones fiscales junto con los paraísos, hace que el barro endurezca los pies, estorbando el paso que conduce a la única vía posible: los movimientos sociales  llegan a su destino antes de ser agitados haciendo frente a la máscara y a la penuria.

De vez en cuando se necesitaba gritar y patalear para demostrar el enfado ante todo lo que nos está sucediendo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Sueño de domingo


Ésta es la noche de Selene donde la luna, vestida con puntos negros como el lomo de una iguana, busca mudar su aspecto para alcanzar la vida eterna. El último sueño del domingo, con el que desafiar el semblante del lunes y esperarlo donde siempre y a la misma hora del amanecer. No aguantó a que el alma se durmiera, antes se encaprichó con la sencillez de la noche, en el ínterin busca entre las estrellas decidir un plan de fuga con el que escapar de una cárcel diferente y esperar una semana ligera. Durante la madrugada, comenzó por tabicar algunas poternas de la fortificación que daban al foso de arena donde caen las ilusiones saltarinas, continuó reculando con la minúscula lunación hasta llegar a recordar arterias suaves, por donde los hilos de la memoria se vuelven afilados como una fuga de Bach. El ciclo de las horas se suceden y el lunes se tropieza con la piedra, el papel y la tijera. En la bolsa de huida, el pedrusco aporta balasto a la mano con la que asentar y sujetarse a la tierra, el papel ofrece palabras con las que recibir bienvenidas, separaciones, idas y reapariciones y, la tijera censura y reprueba los actos.

sábado, 11 de mayo de 2013

Envenenamiento


De un modo instintivo, involuntariamente fue intoxicando poco a poco a su "hermana de tinta" con pequeñas dosis de realidad, alejándola de la utopía y la inventiva. Las palabras que proyectaba sus enredos, calzaban sus historias hasta reaparecer con mayor intensidad sin importarle el espacio que ocuparan. Aunque hubo momentos que parecían hermanas siamesas, unidas por el corazón, la experiencia y la apatía constituyeron  argumentos suficientes para distanciar sus vínculos del tono y el color inicial. En cada esbozo propuesto para alcanzar  mayor desarrollo que el logrado, suministraba a su hermana de leche, pequeñas dosis de una sustancia tóxica disuelta en el néctar que bebía, provocándole finalmente la muerte. Sin embargo, ambas conservaron la idea de ofrecer bocados destemplados, poco masticados y mal digeridos, donde sus descripciones llegaban a despistar perdiéndose por el camino. El tiempo no arregló nada pero puso a cada una de las intérprete en su sitio, mudando a la forma cerrada y pequeña de las palabras, sus dilatados pensamientos borrosos.

sábado, 4 de mayo de 2013

Confitura de recuerdos




Desde el patio con  macetas, como un gato en una carretilla roja, salto por la ventana hasta colocarme en la cocina embalsamada en una nube de polvo amarillo. Los primeros pasos enfilan las huellas hacia el primer anaquel de la alacena donde la mermelada de melocotón se pavonea de ser la fruta prohibida confitada en seda. Hago fuerza por aventar el tarro con la intención de que se estrelle con luceros al anochecer. Con cuidado, meto la pata delantera izquierda en el frasco hasta embadurnar toda la extremidad de la sustancia roja pastosa que a todas luces, brilla dulcemente. Poco a poco, la pata derecha se une a la diversión resbalando hasta la parte inferior del recipiente mientras olvido donde esconderme para no deslucir el destello de la digestión. De vuelta a la ventana, la fruta azucarada se oscurece y gimotea en mi barriga produciendo un tintinar característico que silencia la chaparrada del corazón duro y compacto que se aproxima resonando.

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Así te miro
andar por el jardín
de verano: las cosas
que no pueden moverse
aprenden a mirar.

Louise E. Glück