Tenía ante sí a un ser humano común y corriente, que en un momento indeterminado cometió un error. El interrogatorio comenzó con tanta naturalidad que todas las preguntas del entrevistador y las respuestas del individuo interpelado, fueron aceptadas y relatadas con gran franqueza y espontaneidad que resultaba sencillo entrar en el mundo incierto del personaje cuestionado. Desde la expectativa de converger al único punto de la verdad, el policía acentuaba mínimamente la cabeza hacia delante mientras sus manos se movían de forma delicada apoyando la palabras coherentes, con el único propósito de debilitar el desarrollo de las circunstancias negando lo contrario de lo que afirmaba el entrevistado. Aún partiendo de la teoría elaborada del caso, el entrevistador se mostraba humilde, paciente y a la vez, repentista y versátil. En ese devenir transcurrieron preguntas enfáticas, calculadas y abiertas quedando prohibidas las cuestiones capciosas, ambiguas y especulativas. Y en aquel acercamiento de tiro rápido, el interrogador fue encaminando su propio versión para confundir y colocar a la defensiva al interrogado convenciéndolo de que es inútil que retenga información. Sin embargo “Una cosa nos llevó a la otra. Creo que empezamos a comparar su situación con la del Lazarillo de Tormes y, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos hablando del Siglo de Oro y de la presencia de elementos posmodernos en El Quijote”.
"¿Quién no escribe una carta? ¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

S. Choabert
miércoles, 30 de octubre de 2013
El interrogatorio
Tenía ante sí a un ser humano común y corriente, que en un momento indeterminado cometió un error. El interrogatorio comenzó con tanta naturalidad que todas las preguntas del entrevistador y las respuestas del individuo interpelado, fueron aceptadas y relatadas con gran franqueza y espontaneidad que resultaba sencillo entrar en el mundo incierto del personaje cuestionado. Desde la expectativa de converger al único punto de la verdad, el policía acentuaba mínimamente la cabeza hacia delante mientras sus manos se movían de forma delicada apoyando la palabras coherentes, con el único propósito de debilitar el desarrollo de las circunstancias negando lo contrario de lo que afirmaba el entrevistado. Aún partiendo de la teoría elaborada del caso, el entrevistador se mostraba humilde, paciente y a la vez, repentista y versátil. En ese devenir transcurrieron preguntas enfáticas, calculadas y abiertas quedando prohibidas las cuestiones capciosas, ambiguas y especulativas. Y en aquel acercamiento de tiro rápido, el interrogador fue encaminando su propio versión para confundir y colocar a la defensiva al interrogado convenciéndolo de que es inútil que retenga información. Sin embargo “Una cosa nos llevó a la otra. Creo que empezamos a comparar su situación con la del Lazarillo de Tormes y, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos hablando del Siglo de Oro y de la presencia de elementos posmodernos en El Quijote”.
miércoles, 23 de octubre de 2013
Exceso silencioso
Aunque soñar no cuesta nada, ya suelo pasar a buen ritmo delante de la puerta cerrada de tus expansiones ociosas evitando escuchar el roce de tu cuchillo contra los cristales. Antes me distraía con el relieve de los realces dorados que destacaban en el antiguo cancel que separaba tu valioso santuario, que utilizabas como refugio atómico, mientras prestaba atención a las cadenas oxidadas del viejo columpio. Allí, donde te hervía la sangre cuando subía la presión de tus moléculas y los sueños se evaporaban en tu cerebro, reprimiendo la llegada de oxígeno hasta perder el escrúpulo en el momento que te despertaba la alarma. Por un módico precio, la creciente insensibilidad de tus sueños de acupuntor se consumían en mi espalda como la moxibustión de la artemisa mientras me aliviaba con una dosis insignificante. Ahora, en tiempo real, no pienso en ti cuando escucho micrófonos acoplándose porque su sensibilidad hace que perciba ronquidos y tiberios procedentes de tu dirección. Y como si de un estallido se tratara, dejé de confundir el rumor de la muchedumbre que emitían tus sonidos desagradables "y ya no te confundo conmigo, y ya no me confundo contigo".
miércoles, 16 de octubre de 2013
Corte de energía
Desde hace tiempo, la falta de contenido es el riguroso prefijo que antecede los frecuentes cortes de luz que aparecen como una salida apresurada de palabras ambiguas con que adorno la carencia de servicio al saltar el diferencial. Las interrupciones suelen ocurrir por la noche, entonces camino lentamente para evitar el tropiezo de contenidos con los que perdería el equilibrio. Reviso con una vela en qué estado se encuentran los demás aparatos eléctricos de la casa en el momento del corte para aceptar sacar a la luz el lento lirismo que copio de la claridad que llega desde la ventana. Bajo la ceguera que por momentos me divierte y, en otras ocasiones, me arrastra haciéndome sentir peor, pierdo la posibilidad de enlazarme a otras luces con las que reaccionar en el laberinto iluminado de la aguja de marear para terminar abriendo el cerrojo de las incómodas oscilaciones bruscas de potencia. Después del apagón procuro despertar, perdiendo el miedo a crear una nueva holgura hasta que la distribución de las palabras eléctricas no alcanza.
jueves, 10 de octubre de 2013
Bolsa de valores
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Joan Colom |
¡No le toques ya más,
que así es la rosa!
Juan Ramón Jiménez
sábado, 5 de octubre de 2013
Hojas húmedas
Los días cada vez se
van antes y en esta huida, sin pasar por el aro de voluntades impasibles, se
presume una mujer de embero, semipesada, resistente y, medianamente nerviosa y blanda. Ahora que los
parques están desposeídos de los pequeños jardines de infancia, el paso
sinuoso de ojos cerrados marca el ritmo de sus piernas asimétricas
mientras se siente rodeada de hojas escritas y secas en este otoño.
Rematada por la acuciante puesta
de sol, ya que éste nunca se oculta por el mismo lugar, bate palmas al
descender por palabras garabateadas, compromisos contratados y álabes
giratorios que impulsan el salto para evitar el barro que se adhiere a las
zapatillas, cuando los nubarrones encharcan sin remedio, las esquinas de
chapa y cemento que lee diariamente. Después de amontonar todas las carillas
olvidadas en un recodo del parque, quema los papeles no publicados bajo una
triza de piel húmeda con el relente de las noches calmadas hasta llegar a
consumirse por completo. Y el humo de las palabras sube por sus corvas trepando
por el basamento alcanzando la vista de la hermosa cúpula central de los verbos
roncos y taponados.
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