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El último domingo de febrero a favor del aire, sonrío y lloro mientras veo Cinema Paradiso, a la vez que observo el campo lleno de paseantes y pescadores desconocidos con cara de lunes madrugador. Es cosa de los domingos por la tarde que las palabras absorben las radiaciones nostálgicas del alma emitidas desde el reclamo del visaje de las sirenas. De este modo continúan escapándose palabras de los dedos, entretanto la garganta se abrasa con un suave diseminado moca de Arabia hasta descubrir el amuleto sobrenatural. En medio de las preocupaciones y los quehaceres de mayores aparece la necesidad de protección y, las palabras siempre están cerca, nunca cambian de lugar ni desaparecen con la luna o el sol. Elegir el talismán o la imagen salvadora al amparo de la unión de letras con significado auxilia las tardes de los domingos y todas aquellas ocasiones en el que la contingencia hace inaccesible disponer de momentos mágicos, logra que el final del invierno se sienta cada vez más cerca. Las palabras son como "un objeto protector que construyen un sistema de defensa ante un medio temible y hostil".