En esa hora en la que solo pertenecía a su jurisdicción, dejandose llevar por sus pies a la vez que comprimía las calles tersas como orillas del Mediterráneo, espiaba sin retribución alguna, todos los portones que vislumbraba parte del zaguán, ventanas con tiestos acicalados de geranios, cantinas, pequeñas plazas, fachadas con diminutas vidrieras de colores y entonces, cobraba vida los momentos de su estancia en el norte. Regresaba al río del norte con celajes de navío que la escoltaban, mientras que al final de aquella calle las nubosidad presagiaba la llegada del otoño. Al llegar a la plaza mayor en la que el sol daba de lleno a esas horas, olvidaba el túnel del tiempo para acodarse en alguna de las murallas del baluarte de este pueblo que la había acogido como un vástago para echar raíces. Y así de manera imprecisa, fue aprendiendo a compartir la realidad que se reflejaba en sus ojos, a pesar de que aprendió a mirar en el norte y aquella lejana visión era el referente de su ideal de vida. Con pequeñas rendiciones sin llegar del todo a languidecer como aquel monigote que encontró en un contenedor, el bosquejo de la futura planta en la que se había convertido permanecía a voluntad de los donativos que la gente de aquella localidad le habían proporcionado. Porque hay ocasiones en las que el lobo aparece pero ha de enmudecer su tristeza y silenciar el bramido colérico al olisquear la sangre de las rodillas desolladas, localizando vocales curativas y reconstituyentes en otras yemas de la nueva tierra que intercepta y a la vez, graba parte de las conversaciones que escucha en cada fisura que atiende cuidadosamente.
LO que me gusta de tus relatos, es precisamente el misterio. Hay un mensaje, inherente...pero se respiran alertas entre las líneas. Hay lobos que silencian nostalgias y caperucitas que pasean su cestita cargada con la luz que traerán las tardes otoñales por los soportales de estas raices ancestrales.
ResponderEliminarEn lo que a mi respecta, acabo de realizar el pedido de hojas secas para la época que se avecina. Para que las frote el viento, para que las patees cuando te convenga, para que queden olvidadas del tiempo...para que tiñan nuestra mirada con los ocres que te acicalan, con el aroma de tus palabras y la pureza que nos otorgan las distancias.
Me alegro de contar contigo, sepas que puedes contar conmigo para que este sea el mejor otoño que te pueda suceder. Es así esi...
salud y alegría entre los geranios
Ya lo dice el anuncio de la cerveza
ResponderEliminar"todos necesitamos un poco de Sur para poder ver el Norte" y cuando (re)volvemos 'sabiendo mirar' apreciamos lo que nos rodea, la tierra que nos acoge y guardamos la zarpa y el gruñido que nos quema dentro.
No interpreto tus escritos, ya lo sabes, es lo que me viene a la cabeza cuando te leo :)
dos abrazos y feliz domingo
serán los riesgos de cambiar de lugar...
ResponderEliminarel secreto residirá en no olvidar el túnel del tiempo?
mil besos*
(estoy bien, ya te escribo)
Hace bien ese lobo en contener su furia. La situación lo amerita. Besos mil
ResponderEliminarSalvaje y astuto el lobo, a pesar de todo, ya quedan pocos.
ResponderEliminarHasta pronto.
Toda tierra que nos acoge acaba siendo la nuestra,a pesar del anhelo por aquella que nos vio nacer. La patria está donde el corazón.
ResponderEliminarBesos
Valdrá para algunas...otras, como yo, aunque el pueblo de acogida arrope como nadie, mantenemos el lobo vivo en el corazón y, tan pronto como nos alejamos dos pasos del norte, en una sola dentellada nos manda a casa o nos mata.
ResponderEliminarY no quiero morir hoy.
Lo importante de una tierra es que esté bien poblada, que esté habitada por buenagente. Porque, queramos o no, al final del verano hemos de cruzar el túnel del otoño y el infierno del invierno. Y así, hasta que regrese la primavera.
ResponderEliminarUn abrazo
Los que son del sur y en mi caso del este, echamos mucho de menos las visitas al norte, es frio, en otoño y en invierno, pero es bello y relajante como pocos lugares lo son.
ResponderEliminarUn abrazo
Es muy difícil dejar todo atrás y empezar de nuevo lejos de lo que alguna vez fuera tu vida, es lo que yo creo. Besos.
ResponderEliminarSiempre quedan las raíces y los ojos de tu tierra mirándote y haciéndote recordar a esa niña que sigue ahí perdida entre sus rincones y escondites y al mismo tiempo, caminando por la vida con cuerpo de mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las raíces siempre anhelaran el manantial del que bebieron por primera vez, el agua nunca tendrá el mismo sabor ni el mismo frescor. Salu2.
ResponderEliminarA veces estar en un pueblo de acogida te vuelve camaleón y adoptas los colores de allí entre otras cosas para vivir (o sobrevivir). Es la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como un bosque en otoño, dónde los colores son mil y los matices diez mil, así haces tú los textos con palabras.
ResponderEliminar¡Feliz día!
Está claro, llega el otoño, lo acabas de bosquejar dentro de la plaza de un pueblecito, ¿con él llega la melancolía?
ResponderEliminarUn beso
Tal vez septiembre sea el mes más mágico como esta entrada.
ResponderEliminarUn saludo
Un buen lobo sabe siempre lo que le conviene. Hay que saber adaptarse a las situaciones que la vida nos presenta, sin importar la estación que se avecine.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un saludo.
Y... 18.
ResponderEliminarPerdón.
El secreto está en acoger con tacto, poco a poco, el espacio presente, al tiempo la imagen del pasado se va difuminando sin desvanecerse nunca.
ResponderEliminarLa omnipresencia está en la mente.En la realidad se sufre.
Un placer leer sus textos.
Nadie sabe cómo duelen las raíces hasta que llega el desarraigo. La aventura de los placeres sensitivos cobran un aura diferente, el recuerdo se aviva y la soledad se acrecienta en esas tardes en las que la memoria vaga impertérrita por las callejuelas de lo no vivido y de lo recobrado.
ResponderEliminarBesos.
Magnífico texto, preciosa.
¿Me lo traduces? guapetona. Ya sabes lo cortito que soy. (risas)
ResponderEliminarSea como fuere, Yo soy lobo, peregrino vestido de ocres y dorados, y de blancas nieves y de silencios olvidados.
Muxutxu.
Si algo no aprendí aun, es a hechar raices...
ResponderEliminarEn fin, lindo texto...contrastante con la imagen de las golondrinas negras que están revoloteando por aqui.. :)
¡Beso!
Hola querida amiga. Te encuentro caminando a lado de la melancolía. A veces nos sentimos atrapados en un mundo que no es nuestro, lejos de lo que una vez fuimos y no sabemos como seguir adelante, otras en cambio, simplemente mirando hacia atrás nos ayuda hacerlo. Un abrazo.
ResponderEliminarDefinitivamente más críptico que el anterior (un excelente cambio de ritmo). Cual si se tratasen de pensamientos sin ningún fin que tiran unos de otros para llegar a algún lado (vaya oxímoron!)
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