Alan Gerardo Buenhombre |
Para llegar al hospital había que cruzar un puente con una característica muy llamativa, la base de sus pilares tenía forma de pico. Esa parte puntiaguda que sobresalía del apoyo de las columnas fue lo más destacado del río entendiendo que aquello que impactó en mis sentidos no fueron las palabras que leí en los carteles o las palabras que escuché a los que hablaban, sino el poder del espacio, de los colores, la textura y disposición en que están situados los elementos que contemplé. Intenté articular el espacio que circundaba el hospital deshilvanando los hilos que constituían el paisaje que lo moldeaba. A la izquierda del hospital asomaba un terreno extenso sin cultivar cubierto de espesura y matorrales, bañado por el caudal del río y de los residuos farmacológicos contenidos en sus aguas. Y a la derecha del establecimiento, un centro de acogida con sillas en la puerta donde solo un 10% eran mujeres. Antes de entrar en el hospital sopesé escribir algunos versos de alquitrán, deseando no perder el interés por anotar las archas para defenderme ni malograr los nudos que me atan a los demás. Ya instalada en la habitación descubrí con sorpresa que alguien andaba por los pasillos con mi atuendo, portando un aspecto extravagante. Sentí cierto temor al pensar que tal vez llegara a disfrazarse con mis pensamientos y que a la mañana siguiente al despertar se hubiesen esfumado todos, escabullendose disimuladamente. Al final, presentí cierta tranquilidad al considerar que mis trapos están desgastados por el roce y molidos como el trigo en la piedra, por tanto, decidí vendarme los ojos con un pañuelo verde pero los picos no resistieron el nudo.
no hay más ciego que el que no quiere ver, en ocasiones vendo poemas de alquitrán al mejor postor, en otras los disfrazo con sentimientos falsos...pero del dolor lo único que se puede aprender es ser más fuerte. Porque ya sabemos que solo los fuertes sobreviven a los picos con los que nos han cosido a esta vida, y siempre acabaremos molidos...como si solo hubieramos sido cenizas.
ResponderEliminarLas formas en que se presentan ciertas realidades nos llaman la atención porque quizás nos las habíamos imaginado diferentes, tal vez amorfas.
ResponderEliminarPero quedate tranquila, los pensamientos nunca nos van a abandonar, como mucho se toman un respiro pero nada más...
se me hizo un pobre alma errante cubierta con jirones de trapo volviendo al lugar de la muerte, de la de su cuerpo humano digamos. Tratando de llevar algo de paz
ResponderEliminarbeso grande, linda
y ahora?
ResponderEliminarestá vagando con los ojos tumbados de noche?
Los pensamientos son libres, nadie te los puede robar, no puedes ocultarte de ellos ni ellos de ti, viajaran en el tiempo contigo, y eso si, sufrirán remodelaciones con el roce de este.
ResponderEliminarMagnífico como siempre, es un verdadero placer leerte.
P.D: Perdona Esilleviana, creo que me has interpretado mal en el último post que he escrito. Te he dejado un comentario aclaratorio que me gustaría leyeras.
Un abrazo y que pases una feliz semana.
Los pensamientos fluyen, rara vez por muy inquietos nos los roban.
ResponderEliminarEl espacio también cambia de cariz asi como el tiempo, ruedan y giran constantemente.
Tal vez por ello el yo gire tambien en constante movimiento y pierda las nociones básicas del quí y ahora.
Me encanta como escribes, preciosa.
Besos.
aquí y ahora...
ResponderEliminarahora sí.
Supongo que cuando te encaminas al ingreso en un hospital el paisaje se muestra más hiriente, más desnudo. El orden de prioridades de nuestra vida se altera, y lo que antes obviábamos cobra importancia, y al revés.
ResponderEliminarFeliz semana.
Admiro como escribes. Mucho.
ResponderEliminarLos pensamientos descansan, solo eso. Siempre están ahí. A veces se remodelan, pero en su libertad ,permanecen.
Un abrazo
No se porqué en las horas bajas, lo trivial se vuelve miedo. Será que la claridad del cerebro se perdió con la prespectiva que da el espacio-tiempo.
ResponderEliminarBss.
El hábito no hace al monje: desnuda también eres tu.
ResponderEliminarMe gustan tus trapos así, desgastados por el roce, es tu forma estelar de brillar, y brillás, más que otras estrellas con smoking...
ResponderEliminarMe dio cierto temor esta historia. ¿Y si es posible que nos desnuden de pensamientos?
ResponderEliminarPor un lado es tentador cierto vacío (selectivo) mental... pero por otro.
Uuff.
Me quedo pensando, ja.
Abrazo!
El fantasma de nuestra enfermedad vaga siempre por los hospitales. No es bueno desatar los nudos salvo que sea un alivio...Como siempre fantástico!! Un abrazo
ResponderEliminarLa decadencia atenaza los corazones...
ResponderEliminarSaludos
J.
· Puede ser muy duro encontrarse con uno mismo... desde fuera.
Es un gran relato.
· Saludos
CR & LMA
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Esta imagen de tus palabras me disparan, una huida y búsqueda, que al final con puntas gastadas de los trapos, no es que un paso del tiempo, no en vano...aunque siempre haya mujeres sentadas en esas sillas...de algún lugar que parece abandonado.
ResponderEliminarUn beso!
Tengo la misma sensación de cuando percibimos pasar nuestra propia sombra a nuestro lado, en un desdoblamiento que nos confunde la percepción de espacio-tiempo, una ilusión óptica que no llega a ser totalmente consciente.
ResponderEliminarUn abrazo.
pd.Sí. voté en la residencia, y casi que me quedo allí,pero hoy tengo día libre para pasear por el jardín :)
Por cuestiones de tiempo, he leído el texto, un poco a vuelo de pájaro como quien diría... Pero me ha quedado esta frase:
ResponderEliminar..."Sentí cierto temor al pensar que tal vez llegara a disfrazarse con mis pensamientos..."
Y me vinieron a la mente recuerdos de un cierto hospotal rural, al que solía ir después de haber atosigado a mi padre para que lo hiciese (él era médico en aquel hospital)... Hubiese dicho que esos recuerdos ya no existían en mi alma... Qué cosa....
¡Gracias Esilleviana!
¡Beso!
Si alguien va a disfrazarse con los pensamientos de uno, de nada servirá taparse los ojos. Habrá que amigarse con ese otro, que no es otro sino uno mismo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un saludo.
Muchas veces cuando nos vemos a nosotros mismos nuestra perspectiva se desorienta, busca respuestas que no encuentra y cansada de darle vueltas al asunto, asume que no hay más que volver a taparse los ojos.
ResponderEliminarUn cuento lleno de símbolos, de metáforas y de enigmas particulares, un cuento que exorciza fantasmas de manera particular y brillante.
Un beso, Esille :)
Nos pueden quitar todo lo material que tenemos, hasta nuestra forma de ser, de vestir, de moverse pero nunca nos quitarán nuestros pensamientos y quienes somos. Un abrazo.
ResponderEliminarlos nudos del pañuelo son los mismos que la ataban a los demás?
ResponderEliminarverse cruzando el pasillo, vestido de uno mismo...
mil besos*
Anudar y desanudar.
ResponderEliminarVestidos y desvestidos.
Uno y muchos.
Besos, Esi.
Tiene toda la pinta de un sueño, pues parecidos los he tenido, ríos, puentes, hospitales, todo en un camino arduo, seguro que si.
ResponderEliminarUn beso
Demasiadas veces todo depende de un solo nudo...
ResponderEliminarMuy gráfico el texto
un abrazo doble :)
Me sugiere una imagen onírica, tal y como han dicho antes, llena se simbolismo. Como ese puente, por ejemplo.
ResponderEliminarBesos
Amiga mía, qué te digo. Los nudos no sólo atan sino que dejan marcas en la piel. Como la alfombra cuando te apoyas mucho. Como una baldosa de mediana calidad si estás sentada descalza.
ResponderEliminarYo veo esos nudos en ese espacio que casi veo hospitalario según lo cuentas. Qué temor. Perderse por ahí entre los recovecos de uno mismo pensando en que quizás se han es encontrado y sufren por tal visión.
¡Qué bueno esto! Me dejas algo trémulo...
¡Un abrazo!
Felipe.