En la penúltima visita improvisamos una cena ligera y rápida porque aquella noche el horno calentó pero se apagaba aleatoriamente. Observaste el sobrecalentamiento del aparato, intentando averiguar si la causa del caldeo del dispositivo era debido al bloqueo de la rejilla de ventilación o bien por un fallo del circuito del controlador o tal recalentamiento era provocado por el magnetrón defectuoso. Y mientras, veía como te movías, pensabas y hablabas en voz alta con preguntas y respuestas que tú mismo contestabas. Sin llegar a ser real, prueba palmaria que precede al daño de sufrir el alejamiento y la ausencia, ocupamos el espacio de los corotos que regalan en las bodas y no aciertas donde colocar. Esta tarde, en la que el microondas ha dejado de funcionar, pensé escribir estas palabras que a lo sumo sujetan minúsculas garantías que afianzan lo estipulado por mi mente. Hoy, en el tiempo que ni la médula ni el desmañado frenesí merodea por la cocina, ha desvelado algunas de las papeletas rojas que tenía dormidas. Palabras de pasión, de predilección escogida con las que arropar el mimo y la atención que recibía por raciones de tu diana. Si bien, este recuerdo de siesta corta de otoño, donde la alusión no subsana el contrapeso resarciendo el daño que se siente al perder alguien querido, no adquiere el aliento necesario que ayer empleé para encomiar sones comparados al eco que producían mis manos al acariciarte. Las decrépitas pupilas de mi corazón hace tiempo que taparon su boca al igual que el microondas esta tarde, inutilizando ciertas tachaduras de las bandas de radiofrecuencia dejando de rotar las moléculas que producían tu calor.
Sencillamente fabuloso... Lo que siempre he querido encontrar: esa mezcla de anatomía/química/sensaciones, todo condensado en un relato... hermoso. Y todo bajo la falda de una fachada de aplomo, escrito.
ResponderEliminar¡Felicidades por este texto, Esilleviana!
¡Besos!
Calor, frío, calor otra vez...
ResponderEliminarEse esfuerzo por entender las máquinas y su funcionamiento (o fallas). Ese alucinar cuando un ser adorado desplaza su anatomía por la habitación. Ese delirio cuando la diana da en el blanco.
Besos!!
calor / color
ResponderEliminarfusión
Olores, colores, ardores y micro-hondonadas facilongas de recuerdo
ResponderEliminar¿A que sí a que no?
Majo relato, majo.
Escogería este impromtus
"Las decrépitas pupilas de mi corazón hace tiempo que taparon su boca..."
(¿El De-Bate Vate?
Tú quién crees?
Mañana-hoy estaré con F.González-P.Rub...
En los De-Bates no se trata tanto de ser
convincente cuanto de que UNO (yo) esté convencido. Y lo estoy.
Un abrazo, maestraescribidora. Escribes muy bien.
Fabuloso, como un simple echo que rompa el equilibrio diario, puede provocar un estallido de recuerdos y sensaciones ya vividas y añoradas.
ResponderEliminarMagistral relato.
Un beso y feliz domingo.
A veces intentamos llenar los vacíos con cosas sin importancia añorando inconscientemente la espontaneidad de antes de caer en el letargo. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando el calor comienza a ser intermitente y ya no responde a la pasión solicitada, o al confort, o a la ternura, y se vuelve caprichoso, lo mejor es tirar el horno y comprar otro.
ResponderEliminarFeliz domingo.
No, no tires el horno: caliéntalo todavía con el eco de los sones que producen tus manos al acariciarlo:una nueva fuente de energía solamente válida para poetas.
ResponderEliminarten cuidado ...que lo siguiente q se te rompe es el ordenador
ResponderEliminar¿Sabes la etimología de "coroto"? La aprendí en Venezuela. Allá, un presidente de la República, a punto de ser descabalgado por una asonada cuartelera, le dijo a su mujer-esposa: "Agarra los corotos que nos largamos por La Guaira" El hombre se refería a los cuadros de Corot que estaban colgados por las paredes de la casona presidencial...Te lo cuento como me lo contaron y te ruego me perdones si ya lo conocías.
ResponderEliminarEl maldito invento de la obsolescencia programada que afecta, incluso, a las cosas del corazón.
ResponderEliminarbSoS.
Es cierto que la alusión no subsana las ausencias, pero potencia los recuerdos y sueña con repetirlos. También es cierto que perder a un ser querido produce dolor, pero la realidad siempre deja una puerta abierta para dejemos entrar al futuro.
ResponderEliminarExcelente relato, Elsi, me dio mucho gusto encontrate en Cuentos y más aún, descubrir tu espacio.
Un cariño grande.
otra vez ese mundo-ambiente extraño que me fascina...
ResponderEliminarme gustaron las papeletas rojas en medio de tanto desierto, de tanta ausencia.
mil besos*
P.S.:
ResponderEliminar¡Sí, ya ando por el estadio de la quinta felicidad, al que solo se consigue, parece ser, cuando a uno/a lo hacen emérito.
(Me jubilé en el IES 'Cabañas', de La Almunia)
Y Pax Christi
Aquí también hay mucho coroto desperdigado, vaya que sí
Besos
Cuando llega el frío...supongo que también llega la indiferencia. Partiendo de este punto, no lo tengo claro...a mi que me da que es "indiferencia" a medias...
ResponderEliminarMuy bueno!
Un besito.
Amor, ausencia, soledad, todos sinónimos en ciertos aspectos...
ResponderEliminarSaludos
J.
¡es genial!
ResponderEliminary me ha encantado ese... "el eco que producían mis manos al acariciarte" ¡qué espléndida figura!
:)
saluditos
una analogía como muchas que te he leido en el blog. Tenés esa facilidad para hacerlas tan bien y es un placer enorme ser partícipe de ellas
ResponderEliminarbesos, linda
Se acabó la pasión... se acabó el fogón :)
ResponderEliminarBesos.
Muy bello como los recuerdos ardientes de lo que hoy ya no es. Excelente. Un abrazo.
ResponderEliminar"... arropar el mimo."
ResponderEliminarNo sé por qué me ha quedado dando vueltas esas palabras.
El mimo también necesita ser arropado. ¿Será?
Me siento más mimada si el mimo me acompaña en la carencia.
Abrazo.
Me he quedado colgada del "eco que producían mis manos al acariciarte."
ResponderEliminarHay que tener cuidado con los sobrecalentamientos :)
dos abrazos
Muy bueno!. Me ha fascinado totalmente.Fusión!. Francamente me has impactado...y cuida tus manos. Hay magia
ResponderEliminarUn abrazo
Curiosa forma de describir una ausencia. Una soledad quizás. Original sería la palabra adecuada. Me gustó. Muy bueno.
ResponderEliminarUn saludo.
Wow, que manera tan linda y sutil de decir, acá no hay mas olla que se caliente a fuego que va por cenizas...
ResponderEliminarUn abrazo!
Es curioso cómo se reavivan ciertos recuerdos y que objetos tan comunes, a veces, producen la explosión. Un microondas, un ventilador...
ResponderEliminarBesos
Aguante el microondas, que no dejen de funcionar sus partes, que todo lo mantendrá bien calentito, al menos tibio...
ResponderEliminarCena caliente, o cena fría. Nos puede saber a gloria si la hacemos en buena compañía. Pero me da que conforme el horno se ha ido apangando, consigo se ha llevado el calor del corazón.
ResponderEliminarBss.
Fijate lo frío que se queda todo cuando se dejan de emitir ondas de calor, que las cosas se rompen para protestar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Toda una carta, de esas que huelen a chamuscado, que parecen inservibles porque se hacen con el último calor. Excelente recurso el de la primera persona, un texto con una temática ya tocada pero que lo transformás en algo nuevo.
ResponderEliminarDemasiados electrodomésticos, mucho consumo, poca pasión.
ResponderEliminarMás besos, Esi
tus manos produciendo un eco insondable...la alusión no subsana el contrapeso. Perdona, pero en esta ocasión te superaste a tí misma. Me resultó de una belleza ensordecedora tu pequeño cúmulo de aciertos lingüísticos...esa conmovedora síntesis de la parafernalia de las moléculas deshinibidas de tu ser, esas esencia que ansía y porfía toda mi grandilocuencia.
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