De la oficina del registro hospitalario apareció un sobre color marrón con el nombre y señas de la persona que lo remitía. Como si de una segunda piel se tratase, sin sentimientos que lo conmoviera, manoseó el sobre como cuando se tumbaba sobre la arena después de correr por la orilla. Recordó el escalpelo que vio a lo lejos antes de que el anestesiólogo entrara en acción, controlando sus funciones vitales durante la última intervención. Inició la cuenta atrás diez, nueve y entonces advirtió la imagen de Loki sonreír, maestro del engaño, un estafador entre los dioses, mientras se asentaba en el sueño de un amable baladrón que blasonaba de valiente. Al despertar y a continuación orinar, se alarmó ante la luz que el estor enrollado dejaba pasar tras ver la pureza del cirro en forma de pluma que descubrió en el cielo. Con artimañas entre callejuelas evasivas, buscaba consumir la extraña alteración encontrada como el dolor incesante de la propia vida antes de caer a plomo en el suelo y perder el conocimiento. Noches antes de la operación definitiva se percibió en sueños con un ojo a la funerala dentro de un coche fúnebre seguido de amigos satélites con lágrimas terribles en sus coches de colores. Y con una rapidez imprevista se despidió de todos ellos con un sonrisa mantenida y obligada en la brisa de noviembre. Así había imaginado su despedida, tan hecha y consolidada como la plomada del albañil junto con la sedación consumida que proporciona desconocer el abandono triste de los que le querían.
"¿Quién no escribe una carta? ¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
lunes, 31 de octubre de 2011
Despedida comercial
De la oficina del registro hospitalario apareció un sobre color marrón con el nombre y señas de la persona que lo remitía. Como si de una segunda piel se tratase, sin sentimientos que lo conmoviera, manoseó el sobre como cuando se tumbaba sobre la arena después de correr por la orilla. Recordó el escalpelo que vio a lo lejos antes de que el anestesiólogo entrara en acción, controlando sus funciones vitales durante la última intervención. Inició la cuenta atrás diez, nueve y entonces advirtió la imagen de Loki sonreír, maestro del engaño, un estafador entre los dioses, mientras se asentaba en el sueño de un amable baladrón que blasonaba de valiente. Al despertar y a continuación orinar, se alarmó ante la luz que el estor enrollado dejaba pasar tras ver la pureza del cirro en forma de pluma que descubrió en el cielo. Con artimañas entre callejuelas evasivas, buscaba consumir la extraña alteración encontrada como el dolor incesante de la propia vida antes de caer a plomo en el suelo y perder el conocimiento. Noches antes de la operación definitiva se percibió en sueños con un ojo a la funerala dentro de un coche fúnebre seguido de amigos satélites con lágrimas terribles en sus coches de colores. Y con una rapidez imprevista se despidió de todos ellos con un sonrisa mantenida y obligada en la brisa de noviembre. Así había imaginado su despedida, tan hecha y consolidada como la plomada del albañil junto con la sedación consumida que proporciona desconocer el abandono triste de los que le querían.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Contar de 100 a 0 para pasar de un estado de consciencia a otro de inconsciencia. La anestesia provoca delirios y tras los despertares algún que otro recuerdo desagradable.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Pd.: buen puente
La anestesia trae aparejadas también otras complicaciones, como por ejemplo pérdidas apuradas de conciencia y corridas generalizadas en el quirófano. También creemos que lo que la mente genera en esos momentos no son más que sueños, recreaciones de escenas con imágenes prestadas.
ResponderEliminarEso y que no tenemos ni idea del poder de la mente.
Besos!!
Hay que tener mucho cuidado con lo que se piensa, la mente es peligrosa y podría cumplirse. Solo imaginar cómo será mi despedida de este mundo me hace estremecer.
ResponderEliminarFeliz semana.
Muchas veces la mente juega a lo que nosotros mismos la empujamos, desconociendo que tal cosa seria posible. Un abrazo.
ResponderEliminarCreo que la mente juega con algunos de nosostros y debemos ser selectivos a la hora de pensar, imaginar y soñar. El poder de la mente es tan grandiosa...
ResponderEliminarMe gusta tu relato aunque me produzca un estremezón.
Besos
la mente es imprevisible
ResponderEliminara saber q puede pensarse en un par de instantes
También a mi me gustaría tener tiempo para despedirme de todos con una sonrisa. Creo que les ayudaría a sobrellevar el dolor...si lo sienten.
ResponderEliminarUn abrazo
No he llegado a imaginarla, pero viene, invariablemente viene, cae como plomada. Que los santos y el dios, no permitan que mi cabeza la imagine. Tu texto es una belleza. Ningún descubrimiento.
ResponderEliminarEl galán seductor...psssssssssssssss
Me gusta lo que escribes y cómo lo escribes.
ResponderEliminarCon tu permiso, espero, lo asomo a mi ventana.
Un abrazo desde el Sur
Malo, si hay escalpelo por medio.
ResponderEliminarEl bisturí da miedo, pero menos .
Ante él, cualquier baladronada es hueca.
(En esta tierra mía, baladrón es un apellido muy común y la palabra baladronada, también)
Como si hubiese contemplado antes esa escena
ResponderEliminarQué desasosiego.
Besos.
Me gustaria tener tiempo para despedirme de los mios. Que bien escritoTe felicito!! Te sigo! Hasta muy pronto!
ResponderEliminarEsilleviana,
ResponderEliminar¡Muy bueno!
Abrazos
No recuerdo nada de mis anestesias. Sólo estar hablando de banalidades y de repente despertar y subir la escalera del vivir.
ResponderEliminarSoy defensora de ella, porque si he de morir, mejor dormida:)
Como ves me he vestido de n0viembre:)
Besos
He pasado por un par o tres de anestesias y nunca pensé más allá. La próxima no lo sé.
ResponderEliminarTus palabras me sitúan bajo el foco de la mesa de operaciones.
Besitos, Esi.
yo tan solo espero que el día de mi entierro llueva...para que si hubiera merecido alguna lágrima, entre la lluvia se desvaneciera.
ResponderEliminarsobra decir lo exquisito que resulta leerte, siempre invitando a la reflexión desde esa manera tan personal que nos hace sentir admiración y alegría cada vez que nos concedes una nueva atención.
un beso desde el corazón...que te redima de narcóticas disciplinas.
Ahora que te leo mientras escucho una música tranquila en mi ordenador, me acordaba de algunas personas que se despidieron y como lo hicieron. Mi abuelo se despidió cantando. Otras personas me dejaron su mirada. A veces yo elijo cual fue su despedida, aunque no fuese esa.
ResponderEliminarUn beso.
jajaja, si soy yo, pero es que me parece muy bueno, me parece que hay un desarrollo muy coherente y que la anestesia justifica absolutamente todo lo demás.
ResponderEliminarHay "detalles" tan verosímiles y narrativos ¡por fin! como: "Al despertar y a continuación orinar,..."
Ese es un camino que deberías de explotar más y dejarte de mezclar tanto la poesía con la narrativa, que por eso nadie te entiende y en vez de creativa te sale Barroca y hasta parece escritura automática.
ABRAZO
es algo que nunca he pensado, como una especie de negación diría. La muerte en sí, se me hace como un gran agujero negro en el que por supuesto no puedo asomarme ni siquiera de broma
ResponderEliminarbesos
me sentí de arena.
ResponderEliminarun placer leerte, como siempre*
Casi perdí la cuenta de todas las veces que me anestesiaron y si te contara algunos despertares te tirabas de la risa...
ResponderEliminarPero ciertamente no pienso en la muerte, que llegue cuando quiera
dos besos :)
a veces vengo a leerte y sigo sin saber bien qué decirte.
ResponderEliminarhay momentos en los que prefiero callar, pero si no comento siempre quisiera que sepas que es por eso, pero te leo querida, te leo.
y hoy me pasa eso.
que me tirás el texto así, sin anestesia ;) y no sé
no sé
Todo ese cambio y su gran maestría para el engaño no le ha servido de nada para sus sentimientos que parecen añorar a los que le querían...
ResponderEliminarUn abrazo!!!!!!!
Nunca estuve anestesiado, tampoco muerto, por ahora...
ResponderEliminarMi querida amiga, tus relatos son especiales, tu estilo es único, nunca me desilusionas.
Un beso enorme.
HD
Cada uno imagina su despedida como mejor puede o quiere. De acuerdo, puede ser, a la anestesia administrada. Es un tema muy personal.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre esperé hacer la cuenta atrás cuando me operaron, pero todo fué más prosaico, me dieron un valium una hora antes y de ahí pasé a la sala de reanimación, mejor.
ResponderEliminarUn beso
Las veces que he sido anestesiada, lo pasé mal.
ResponderEliminarBajadas de tensión y una nebulosa postoperatoria terrible.
Aunque hay gente que nunca pasó por el quirófano y anda anestesiada de por vida :)
Besos.