Trastabillé con tu silueta mientras saltabas rodeado de niños, el reflejo no me dejó ver con claridad tu cara que ya comienzo a olvidar. En mi segundo cerebro suplementario vives rodeado de aire trasnochado, con un traje de actor anacrónico y ciertas lindezas de un manual de onomástica donde solicitar prebendas que estimulan mis recuerdos. Todas estas trizas palpitan con una pequeña dolencia después de que una noche terminaran en una zanja llena de agua, será que no pretendo arriesgar las posesiones que me cediste en fideicomiso. Pero hay momentos que en uno de los cuatro cuartos que dura la campanada de tu recuerdo se escucha una resonancia que desbarata mi carta de marear y entonces, de nuevo cobras vida. Sin entenderlo muy bien, te despojas de tus círculos y te siento exhausto entre acezos, encrespado como las olas alborotan el mar. Y regresa el origen apenas con el cuño suave el que estampabas tus sigilos, el estremecimiento de tus labios al guardar una sonrisa mientras entrelazabas besos al aire y el rasguear de mi cuerpo desnudo al marcar la zona de juegos para adolescentes. En esos momentos lamento que no conserves la contraseña roja de mis labios con la que nos entendíamos.
ESO LE PASA POR ENAMORARSE DE UN CURA.
ResponderEliminarSiempre sospeché que tenías un cerebro prodigioso, no, dos cerebros.
ResponderEliminarEl final es un ensueño, nostálgico, hermoso.
Siempre hay complicidades en la memoria, contraseñas ocultas y rasgos de las trizas subdivididas por el paso del tiempo.
ResponderEliminarla resonancia de una voz habitando nuestros deseos. Y alguien que te vigila mientras duermes..alguien que te sueña al borde de la cama, levantándote desvelada con una sed
de tarnsitar desiertos...con la esperanza del próximo oasis que se avecina al dar la vuelta a la próxima esquina.
Y el amor del carmín subrogado a un frenesí de campanario, que resuena en el eco que calla para dejar de oir tu respiración.
Como ya he dicho en otra ocasión es un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Que maravilla todo vale la pena al final lo mejor es quedarse con el sabor de todo es haber probado. Bello
ResponderEliminarHay recuerdos que con el tiempo desaparecen en la niebla del olvido, esperando solo una señal que la despejara para volver a verlos aunque solo fuera un momento. Un abrazo.
ResponderEliminara veces no sé bien qué decirte, es que escribís tan bien que me dan ganas de putear, y eso me pasa con pocos,
ResponderEliminarpero que sepas que siempre te leo!
un abrazo
En la pareja, entenderse es ir descubriendo los códigos secretos del uno y del otro, día a día, hasta el último.
ResponderEliminarQue tengas un feliz domingo.
Una contraseña difícil de conservar. Abrazos
ResponderEliminartodo es cuestión de renovar contraseña...no ves que hay siempre esa posibilidad?
ResponderEliminarUn relato suavemente erótico con un final magnífico. ¿Quien no quisiera saber la contraseña que abra los labios de la comprensión, el amor y la felicidad?.
ResponderEliminarYa estoy aquí de nuevo, jejeje.
Un abrazo
Pues, mira, es mejor que te acuerdes solo de los regalos por tu santos, de cuando jugaba en el parque entre luz y sombra, mientras se difumina.
ResponderEliminarPorque, eso otro, da mucho calor, mucha inquietud y hay que buscar soluciones...
http://www.youtube.com/watch?v=9CjLUwmzYwM&feature=related
ResponderEliminarELMDMP
Hay contraseñas que es mejor renovar y a diario, siempre y cuando la memoria no nos arrebate ciertos códigos.
ResponderEliminarBesos.
Ayer entre a leerte tarde y con algo de sueño, y quiero contarte que la primera imagen que se me vino a la cabeza fue de la película "el secreto de Mary Reilly", y al volver a leerlo, me sigue dando esa misma sensación... mas allá de que el texto contenga las pautas para que uno se guíe...que bueno es la libre interpretación.
ResponderEliminarSe entendió? porque a veces me enredo yo misma, jajaja
Un gran abrazo!
Ayer, fue la madrugada a penas lo publicaste, es evidente que sigo dormida acá es muy temprano.
ResponderEliminarQue tengas una linda semana.
Cuando perdemos la contraseña, es que algo ya no funciona.
ResponderEliminarBesitos
(voy a buscar "acezos")
(nunca te acostarás sin aprende una cosa nueva)
Entreveo un cerrojo, de alta tecnología, con una llave difícil de conseguir pero que una vez que se accede a ella ya los privilegios son irrevocables.
ResponderEliminarPobre de aquél que extravíe esa llave...
Los homres ya no sabemos de contraseñas, se nos olvidó hasta la de los abanicos.
ResponderEliminarUn beso
jajaja...el anterior comentarista ha dado en la diana, me ha recordado un documental sobre el lenguaje de los abanicos y el uso que hacian de el las mujeres.
ResponderEliminarCordial saludo y buena semana.
Con el paso del tiempo se olvidan !tantas cosas! que pena que tambien caigan las contraseñas mágicas.
ResponderEliminarMuy sensual.
Un abrazo.
una verdadera pena...
ResponderEliminardelicioso
mil besos*
Vestirse de anacronismo trae...mmm ciertos problemas de coordinación. Lo que era ya no es, aunque el recuerdo se mate por traerlo todo de vuelta.
ResponderEliminarSos mi aperitivo favorito antes que el insomnio se vaya a dormir. Un placer. Un beso Esilleviana
Qué cruel, no más apuestas.
ResponderEliminarNostalgia de tiempos pasados, que no se porqué, muchas veces nos parecen mejor :)
ResponderEliminarBss.
Algo que siempre me ha dado miedo, Esilleviana: olvidar un rostro, difuminar la imagen de una cara...es como matar sin querer...o querer matar un querer...
ResponderEliminarA veces la contraseña es sólo INTRO ;)
ResponderEliminarBesos (sin acezos) :)))
CÓDIGOS Y CONTRASEÑAS... Me ha gustado mucho, pero mucho
ResponderEliminarUn abrazo
te traje una flor... :)
ResponderEliminarPor cómo describes al personaje (masculino), no parece de esos que recuerden contraseñas... y menos de labios. Te diría que hasta es mejor.
ResponderEliminarUn beso.
HD
Las contraseñas van cambiando con el tiempo, porque en cierto modo su función es excluir. Lo que queda del lado de afuera, por algo queda allí.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces desearíamos no haber perdido tantas cosas en el pasado...
ResponderEliminarY no se puede hacer nada, aunque lo queramos de otro modo.
Saludos
J.
Estuve.
ResponderEliminarUn momento.
Voy de nuevo.
Tendrás que matarte, presiento, para encontrarle. Presiento que os presentís, llamáis en silencio.
No me meto de por medio.
Gracias Esilleviana por enviar tu haiku a La Bitácora. Por orden de llegada es el 8º, así que se publicará el 8 de enero de 2012. Los domingos 25 diciembre y 1 de enero no publicaré haiku pues en esas fechas tan navideñas, la blogosfera anda en otros asuntos :) así que he pensado que mejor pospongo las publicaciones hasta pasar Navidades. (A tí te habría tocado el 25/12/11)
ResponderEliminarSi quieres me envías una imagen al e-mail que aparece en HAIKU-EDICION I de la Bitácora y si no, se la busco yo.
Está bien tu haiku, mas si quieres enviar otro y participar con dos, adelante :)
Bss.
Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Me encuentro un relato inteligente; deja una desesperanza, pues bien es cierto que con el tiempo se difuminan los recuerdos, las imagenes, pero el hecho de perder la contraseña, que es una delicia de expresión, encierra una triste realidad.
ResponderEliminarTodo un placer volver.
Esto se merece hacer la ola, niña...
ResponderEliminarno sé por qué tenía como leído esta maravilla (los duendes informáticos, seguramente)
dos abrazos con pantalla que estoy griposa
Esta Contraseña es una prosa poética. POESÍA, desamor, en toda regla.
ResponderEliminarAbrazos