El cursillo de fin de semana se presentaba como un aggiornamento. Una puesta al día que suponía la oposición a lo que hasta ahora había vivido, encajando otra forma de someterse a la responsabilidad y obligación de atender el agua hirviendo donde cuece la pasta de un caldo infernal. El curso incluía dos noches de alojamiento, todas las comidas, sesiones de estiramiento y elongación, un tiempo dedicado a desordenar las prioridades de cada uno de los asistentes. El programa comenzaba el viernes por la tarde al llegar al chalet, tras la distribución de las habitaciones y dejar maletas en cada cuarto, los participantes administraban su tiempo de la manera que ellos decidían sin tener en consideración las consecuencias de su determinación. La primera tarea del sábado consistía en no hacer corresponder nuestros actos con nuestras promesas. Esa irresponsabilidad hacia todos los problemas que acababan por maniatarlos, podía llegar hacerles gozar de la informalidad y la falta de protocolo. Y así transcurrió el sábado, divirtiéndose por el simple pasatiempo de respirar, mientras retrasaban sus relojes y a continuación se descuidaban comiéndose unas galletas. El aprendizaje básico de ese día fue que, la contaminación de sus vidas originada por la impureza del aire que envuelve su existencia, se estancaba por el anticiclón de la costumbre y la ausencia de precipitaciones que arrastrara la pasividad. La sorpresa llegó a última hora del sábado, donde la persistencia les devolvió las tareas de la mañana: algunas de las preocupaciones que habían anotado en la pizarra magnética habían logrado arrinconarlas en su corazón, fortificándolas y comprimiéndolas con los dos puños. El domingo habitaron en el Tibet, esforzándose en despertar las virtudes y habilidades de cada uno de ellos.
Salir de la monotonía de un día común es lindo, le da perspectiva a la cosa...
ResponderEliminarParece que has descrito un programa concurso basura de Tele5, esos que llaman reality, donde se inventan una especie de convivencia, con connotaciones absurdas, entre personas más o menos famosas y se la muestran al público. Dentro de toda anarquía siempre hay normas, dentro de hacer las cosas como no se hacen habitualmente hay normas y sobretodo la desesperación que produce volver a la realidad. La guerra para los soldados, es también un cambio de hábitos, traumático si, del que muchos son incapaces de regresar.
ResponderEliminarAbrazos
Inquietante. No la situación que describes, todo lo contrario, sino el contexto: un cursillo para poder vivir eso. No debería ser tan extraño, a mi, por ejemplo, me encanta el desorden.
ResponderEliminarSaludos
La elongación, con tanta informalidad, te quedó un poco contraída...a saber tu intención, cuando al domingo solamente lo nombras...
ResponderEliminarA veces salir de la rutina nos puede provocar una ansiedad tremenda, sin embargo pasado el mal rato nos puede ayudar a redescubrirnos y redescubrir lo que habíamos olvidado que existe. Un abrazo.
ResponderEliminarLa inquisidora ruptura matutina siempre sorprende.
ResponderEliminarEl título es demasiado profundo.
Un abrazo :)
Después de esta catarsis existencial, parece que el domingo promete ser fantástico, no? Creo que mañana me iré al Tibet, a ver si descubro alguna virtud.
ResponderEliminarGracias por tus últimos comentarios Esilleviana, me gustaron mucho tus apreciaciones :-)
Un abrazo fuerte.
Necesitamos el cambio... más que el aire.
ResponderEliminarAgita las brasas... y despertará la llama.
yo te sigo leyendo todo, y en silencio obligado, el ordenador no me reconoce como usuario "sólo en este blog y no sé por qué", pero no hablo de problema tuyo sino mío, ya que en este ordenador viejo que estoy ahora y nunca enciendo o caso nunca, sí me reconoce y puedo hacerlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Es conveniente e incluso necesario hacer un balance de nuestro itinerario para desmembrar los mimbres que enlucen nuestros calendarios.
ResponderEliminarY es que el presupuesto que disponemos para vivir...nos da para mucho más que para el simple pasatiempo de prescindir de lo aparentemente necesario y deambular como un corsario por los abedules de nuestro enquilosado vocabulario, entonces, amanece...y seguimos soñando.
El lunes por la mañana llegaron los chinos y arrasaron con todo...
ResponderEliminarLas respuestas no las tienen en ningún curso, siempre están dentro de uno mismo.
Aunque a veces no sabemos mirarnos.
Saludos!
J.
Pufff, a mi me cuesta mucho salir de mi rutina, pero siempre pienso que me gustaría desconectar en algún lugar tranquilo, lejos de la ciudad, por lo menos un mes, aunque no sé si lo aguantaría. Besos.
ResponderEliminarHasta en la forma mas desgarbada de vivir existe una rutina, para salir de ellas necesitariamos ser una persona diferente cada día. Acaso solamente podamos escapar en contadas ocasiones lo que da mas valor a esos momentos. Lo bueno para ser bien apreciado y no se transforme en rutinario, ha de ser digerido en pequeñas dosis y ocasionalmente.
ResponderEliminarUn beso Esilleviana.
nada como cambiar de ritmo
ResponderEliminarYa me gustaría, alguna vez, probar "La primera tarea del sábado consistía en no hacer corresponder nuestros actos con nuestras promesas"... el domingo promete, ya nos dirás
ResponderEliminarun abrazo :)
Pues yo prefiero vivir siempre en ese sábado que nos cuentas, jejje.
ResponderEliminarAbrazo
Por un lado cuantas veces deseamos que no haya precipitaciones! Por otro, vivir en el Tíbet tampoco está nada mal, tener que esforzarse por descubrir tiene la recompensa del buen sabor que deja la sorpresa del descubrimiento... Eso le dá emoción a la vida...
ResponderEliminarPor un lado cuantas veces deseamos que no haya precipitaciones! Por otro, vivir en el Tíbet tampoco está nada mal, tener que esforzarse por descubrir tiene la recompensa del buen sabor que deja la sorpresa del descubrimiento... Eso le dá emoción a la vida...
ResponderEliminarMe apunto varias de las frases de tu texto: "el agua hirviendo donde cuece la pasta de un caldo infernal", "mientras retrasaban sus relojes y a continuación se descuidaban comiéndose unas galletas", "se estancaba por el anticiclón de la costumbre y la ausencia de precipitaciones que arrastrara la pasividad". Las borrascas son necesarias para eliminar la rutina y la polución de los anticiclones excesivos. Lo del Tíbet... yo el domingo me hubiera largado a otro lugar. Abrazo.
ResponderEliminarMe da que todos hemos sufrido/sentido/destrozado un fin de semana de ese calibre. Me da que eso es bueno. Se me antojan una galletas, quisiera tener la palabra precisa, la sonrisa perfecta, pero admito que no sé situarla en ningún mapa.
ResponderEliminarLa contaminación de una vida crea la vida.
Romper con la costumbre, salir de la monotonía...
ResponderEliminarQue bueno, Esilleviana! Tener un fin de semana totalmente diferente, rompiendo costumbres, retando las horas haciendo y deshaciendo lo primero que se le ocurra a uno sin pensar si es oportuno o no. Me apunto :)
ResponderEliminarUn curso de esos de tanto en tanto no vendría mal... pero las consecuencias siempre nos persiguen.
ResponderEliminar:)
Abrazo!
Me caen mal esos fines de semana programados...
ResponderEliminarBesos.
soy alérgica a estos cursos de autoayuda de fin de semana.. pero supongo que hay gente que saca provecho de ellos ..un beso
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