Se conocieron en la inauguración de la escuela taller mientras la alarma de incendio se activaba por el cambio brusco de temperatura. En ese instante, los rociadores automáticos instalados en el techo comenzaron a arrojar agua pulverizada sobre ellos, encontrándose debajo de cientos de gotas de agua translúcidas confundiendose con un velo de diminutas partículas vidriadas formadas por hexágonos cristalinos, como si aquel agua fuera sensible al entorno donde se hallaba. Y allí permaneció ella, oscilando alternativamente su cuerpo de un lado para otro a modo de un péndulo, apoyado en un solo punto, en el compacto rezumar de aquella humedad tras el contunuo desmenuce de la envoltura de su deliberada intención. Entretanto él, medraba la incógnita aumentando la delicadeza junto con la emoción, desenmascarando un presentimiento confuso e irracional. Ella en ningún momento perdió el referente de su dietario, confiriendo una especie de órdenes sagradas al deslumbramiento que cató en aquella pequeña porción. Él, llegó por tierra a la cima de aquel paraje, bebiendo de la médula esponjosa que destapó del interior del tallo, a la vez que acampaba en el sentido de su realidad convencido de la certeza que había visto. Ellos sin documentarse solo conjeturaron sobre su vida predilecta, carentes de fundamentos lucubraron en aquella tergiversación deseando interpretar sus apreciaciones repletas de distintos modos de mirarse y demás visajes, dividiendo aquel todo extraño en una mitad cuidadosamente reservada y otra mitad vacua por mero artifício. Él y ella pintaron dos rayas paralelas en el antepecho de la fuente, atravesando oblicuamente el bono que les permitió disfrutar de aquel favor en beneficio de ambos, legando el botín hasta que el agua poco a poco mojó y arrastró la savia.
Y por un instante se miraron a través de ellos mismos.
ResponderEliminarSiempre, Esilleviana.
Me encató, me lo imaginé y lo vi todo como si hubiera sido un cortometraje. Besises hermosa.
ResponderEliminarSiempre fue mejor imaginar que saber, allí, en la imaginación la otra persona es tal y como nosotros queremos...
ResponderEliminarEs que estas temperaturas, gota a gota, son capaces de transformarlo todo...
ResponderEliminarBesos.
Es maravilloso cuando un suceso sorprende y engrana a disfrutar una situación así, compartida, sin mas.
ResponderEliminarBello!
Un abrazo!
Supongo que una vez pasado el encantamiento, alguien habrá podido descubrir cómo se produjo esa diferencia de temperatura, es que la humedad es buena para el romance pero muy mala para el arte.
ResponderEliminarPor qué será que el agua siempre es bendita? Es un relato precioso.
ResponderEliminarQué teoría es esa de Mamoto o Emoto, no sé...Por lo demás, lo que decís es fatal, hay que buscar aun sin esperanza, algo encontraremos bajo el agua...
ResponderEliminaren principio el final me parece perfecto. eso primero.
ResponderEliminarsegundo: las idealizaciones son casi siempre el producto de una desilución certera, pero claro, casi siempre, no siempre...
o estoy divagando de nuevo?
un abrazo, pero eso siempre!!!
No se puede amar sin posibilidad de incendio.
ResponderEliminarSi la alarma anti-incendios se activa, huye y calla. Estos locos estos humanos.
ResponderEliminarBesicos verdes.
Buen erotismo encierra esta historia de amantes envuelta en sutiles metáforas.
ResponderEliminarEs bueno
Un abrazo
Hay almas que cuando se juntan, la atmosfera se vuelve torrida a su alrededor, están echos eluno para el otro.
ResponderEliminarUn beso
el agua fue solo el vehículo, la magia ya estaba presente solo que ellos no lo sabían. Y en el conjunto de sensaciones que sacudieron sus cuerpos, estaban más que nada las emociones fuertes que erizan la piel, erectan pezones y activan hormonas
ResponderEliminarhasta creí ver por un momento cómo se lamían uno a otro las gotas antes que éstas empezaran a rodar cuesta abajo y se desperdiciaran estrellándose en el piso
sumamente erótico y sensual, me encantó
besos, muchos
felicidades me gusto mucho ....!
ResponderEliminarY siempre esas lluvias, a pesar de ser algunas veces meras imitaciones de un proceso natural, vienen a mojar el alma y henchirla de sensaciones.
ResponderEliminar¡Te abrazo Esilleviana!
aquel favor en beneficio de ambos, húmedo legado que se llevaron los desagües...
ResponderEliminary se vertieron el uno sobre el otro, derramaron sus incógnitas en una certeza que aconseja el deseo, la confluencia del placer...el instante subdividido en miles de gotas pulverizadas sobre sus instintos...sobre su pasión desmenuzada en tactos infinitos alrededor de momentos efímeros, episodios pasajeros que nos hacen sentir vivos.
salud y pasión))