Lucien Freud
Su petición a veces se movía hacía otros parámetros, adquiriendo la naturaleza de ruego humilde y sumiso: "te pido que sorprendas, perturbes, seduzcas y convenzas". Con aquella franqueza figuraba su realidad, como las nubes disponen y perfilan una cara, calando en su interior mientras escarpaba su talla a modo de un desbastador de madera. En una remota vaguedad, ella se miraba en la luna convexa que él reflejaba, como los espejos de los aparcamientos permitiendole ver la imagen supletoria que su personalidad le prometía. Y así, ella se sentía poderosa como Perseo tras robar el yelmo de la invisibilidad de Hades. La interpretación de su individualidad se volvía una progresión de apariencias constantes rechazando lo que veía para empecinarse en lo que era realmente, una diversión para aglomerar diversos efectos especiales así como meter los pies en el fango al cruzar por aquellas aguas. Logrando gestar de ese viaje un tegumento de tacto aterciopelado tal como una historia fidedigna. Meditar sobre la objetividad de sus palabras, le asistía en una supuesta obligación de creer aquello que percibía a diferencia de lo que creía divisar escondido entre sus palabras. El fruto de aquel grado de letra, mayor que el brevario y menor que el de lectura, eran palabras patológicas, en ocasiones saludables, acariciadas por una luminiscencia aguda visible unicamente en la oscuridad. Sus ojos iconográficos reseñaban el confín de sus palabras.
Pedir que sorprenda,perturbe seduzca y convenza...
ResponderEliminarpareciendo un ruego humilde.¿lo rogaba o lo exigia? Si sus palabras, todas ellas tenia que meditarlas, igual lo que veía y lo que sentia no era la misma realidad ¿no?
Un relato fantástico.
Abrazos.
¡Palabras patológicas! Cómo mola, maifren.
ResponderEliminarUn día te harán hija adoptiva del País de los Adjetivos. Al tiempo.
Te mando besitines en rosa fluorescente.
Y ve a misa.
Y no reveles mi identidad como prefectura griega.
el final, ver posiblemente en la oscuridad...
ResponderEliminarme encanta, todo el texto, pero con eso, diste una sensación terrible!
besotes
Y el confín de sus palabras
ResponderEliminarera el señuelo de su propia vida
en fuga hacia si misma...
me gusta...
Paz&Amor
Isaac
La palabra que seduce, que convence, que, esencialmente, perturba, y en eso estamos.
ResponderEliminarTus ojos iconográficos reseñan el confín de las palabras...en luminiscencias deletéreas con reflejos delusorios en la acrimonia del nácar iridiscente de los sedimentos de sus apariencias. Y me deleitan en un infinible éxtasis de acrescente ingenio por desenmarañar.
ResponderEliminarY me seduces, y eres manzana y anzuelo al mismo tiempo...y distancia.
En esas dos caras ella, puede decodificar la verdad, ni tan saludable, ni tan patológica, solo como es. La realidad.
ResponderEliminarUn abrazo amiga!
Casi no pide nada, eso es lo que quiero yo con mis escritos y que tu si consigues.
ResponderEliminarUn beso
"sorprendas, perturbes, seduzcas y convenzas", fue lo que le pidió la Monalisa a su autor. Y éste, que era un genio, captó la idea.
ResponderEliminar¿Es el modelo o es el pintor? Ahora ese pintor se ha muerto y , desgraciadamente, con menos fama que su pariente.
Mucho pedía de una sola vez, se necesita experiencia y carácter, sobre todo para sorprender. Pero por pedir...
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Es más fácil creer en lo que se percibe, pero es más real lo que se esconde entre las palabras.
ResponderEliminarSon tus palabras, me gusta.
Saludos
Termina siendo un texto fuerte.
ResponderEliminarAlgunos ruegos, tienen mas fuerza que las demandas.
sobre todo, entre la gente sensible.
Un abrazo.
Me gusta el efecto in crescendo que tiene el texto. Al que no ama en persona, que ame in efigie.
ResponderEliminarEso sí, no voy a repetir ningún trecho de tu texto en este comentario... ¿para qué?, me pregunto.
Besos.
Vengo para que no pienses que estoy enojado, para regodearme en la lectura de tus letras, para iluminar mis pupilas con tu efigie, para decirte que tus deseos son órdenes y tus palabras son señuelos irresistibles.
ResponderEliminarDesde la convalecencia, abrázote!!
La belleza escoge sus propias palabras para ser descrita...
ResponderEliminarBesos.
Anonadada...¡y no es una palabra patológica!, quizás debiera utilizar obnubilada con este este escrito; pero la verdad es que siempre me sorprendes y no tienes idea de cuanto me agrada.
ResponderEliminarFeliz finde y un abrazo
No creo que sorprender, seducir, perturbar o convencer puedan ser objeto de una demanda seria. Eso ocurre o no ocurre dependiendo de otros parámetros; las arengas no sirven.
ResponderEliminarSí creo, en cambio, en las palabras patológicas.
Muy bueno lo suyo.
Un saludo.
Y... 18.
ResponderEliminarPerdone usted.
Algunas cosas son más fáciles de pedir, de pronunciar, que de cumplir.
ResponderEliminarPero para algo están los deseos.
Saludos
J.
Te voy a llamar la "niña" de las metáforas :) ésta me encanta: «...la imagen supletoria que su personalidad le prometía.»
ResponderEliminardOs besOs
Descubro tu blog y me ha gustado, me quedo en él, viéndolo, con tu permiso.
ResponderEliminarunb eso.