Consideraba sus palabras como los gamones de Homero, "el mejor alimento del hombre". Nacían en terrenos donde los juegos de palabras disfrutaban de la visión de una "máquina de transmitir ideas" capaz de transformar las ofertas en objetos resueltos y audaces. El peculiar artilugio poseía piezas contenedoras de elementos desconocidos y repelidos por todo lo que pasaba en mi vida como lectora/espectadora, sin embargo, al accionar el mecanismo la hibernación de sus ideas, vertidas en palabras, compartían el final del deshielo a la vez que se acollaraban en la recolección de un mundo no descrito, dejándome admirada. En los últimos años y de un modo muy sencillo, me acostumbré a dormir escuchando el rumor del funcionamiento de este artefacto. El sonido agudo y ligero del aparato iba asociado a tu realidad, a la que lentamente había descendido haciendo pie, pisando el suelo, primero uno y después otro hasta comenzar a caminar, parando ocasionalmente en cada uno de los escaparates que encontraba. En realidad, buscaba un "desesperado intento de fundar un hogar para el espíritu".
Tú viviste conmigo
muchos años recuerda
el año en que tuvimos
aquel magnífico tiesto
de peonías
qué contentos estábamos
los dos con ellas
pero una noche
nos las robaron
compartimos la pérdida
ninguno pudo pensar
en nada más
durante todo un día.
muchos años recuerda
el año en que tuvimos
aquel magnífico tiesto
de peonías
qué contentos estábamos
los dos con ellas
pero una noche
nos las robaron
compartimos la pérdida
ninguno pudo pensar
en nada más
durante todo un día.
Williams Carlos Williams
Gambones o Jamones de Homero, no se yo, pero creo que prefiero los jamones...
ResponderEliminarBesos y salud
Intento imaginarme ese artefacto.
ResponderEliminar=)
El espíritu deambulando insomne en busca de un hogar, de un lugar reconfortante donde sentirse valorado y capaz de suscitar la alegría. Un espíritu en su particular viaje a Itaca, disfrutando de escaparates, lestrigones y cíclopes...sufriendo el lastre de las peonías que nunca volverán, o peor...que nunca existieron posadas sobre un suelo común.
ResponderEliminarQue me la he encontrado
ResponderEliminardentro de una nube mágica.
Y me está cegando tanto,
que echo la poesía en el café
en lugar de un dulce blanco.
Así empiezo la mañana
desayunándome vuestro encanto.
Abrazos ;)
El lectoespectador es un ensayo de Viente Luis Mora editado por Seis Barral, que trata de los cambios en la cultura influenciados por los propios cambios socio-tecnológicos. Pero no es un libro de Twitter, ni de Internet en general. Lo leo a ratos, y me ha sorprendido encontrar una entrada en tu blog que alude precisamente a la mirada del individuo ante un artefacto contenedor de palabras con el que poder fundar un hogar para su espíritu. Es muy interesante la óptica de esta narración. Tanto que lo he leído varias veces porque en todos los casos me despistaban las "peonías". Ya no.
ResponderEliminarUn abrazo Esilleviana, tus entradas me gustan porque siempre me hacen reflexionar y pensar. Escribes de una forma muy especial. ¿Conocías el libro?.
Buscamos artefactos para fundar hogares en nuestro espíritu,cuando está hecho de pura magia.
ResponderEliminarLo manipulamos y condensamos.
Cuando la realidad está en esos escaparates que nos llenan la indiferencia.
Besos, Esi.
Ando liada, pero siempre te leo...
Llámame prosaica, pero yo leía e imaginaba un reloj despertador. He destrozado el texto ¿verdad?
ResponderEliminar:-); :)
ResponderEliminarBuscaba un lugar para el espíritu entre escaparates y la máquina de trasmitir ideas. Creo que simplemente intentaba entenderse a si misma, como todos, una mezcla manejable entre lo divino y lo humano.
ResponderEliminarUn abrazo
Si encontráramos un hogar para el espíritu, terminaríamos por saludarlo en la escalera, veríamos las cartas de su buzón.
ResponderEliminarSe nos haría tan cotidiano, que acabaría por perder su desconocido encanto. Sería carne mortal.
Aunque a ti, nunca te faltarían las palabras y seguirías utilizando tu cerebro que no es mala maquina de trasmitir ideas.
Un abrazo.
El espíritu encuentra acomodo en cualquier parte, es muy agradecido y te acompaña a donde quiera que vayas. Cada uno de nosotros es su casa y, aún más, su hogar. :)
ResponderEliminarSi el artilugio la guiaba, seguro que seguiría el camino, su camino, el que ella habia elegido para conocerse en profundidad...
ResponderEliminarPrecioso relato
Besos
Es el Hogar, sin duda. Y la luz de nuestro espíritu es el amor, que se vehicula con hechos y con palabras. No puede ser de otro modo.
ResponderEliminarPor cierto, te has salido: es muy bueno.
Un beso
Y asi es, tanto para ti como para mí las palabras siempre serán un refugio, un alimento del alma.. afortunadamente.. un abrazo
ResponderEliminarEsilleviana, te leo y a veces eres una montaña por la cual me caigo y me levanto y después asciendo hasta ser el testigo de tus semillas.
ResponderEliminarBesos.
la computadora vino a nuestro mundo a construir mejor nuestras ideas y visiones, creando posibilidades que nunca antes pudimos imaginar, y fue caminando paso a paso, moldeándose a nuestros gustos, hasta encontrarnos a cada uno, enredándonos con sus piezas tan complejas como fascinantes, fue evolucionando hasta hacernos adictos a estar conectados, y en ese nuevo caminar, donde abundan los tropiezos nos fuimos convirtiendo en un objeto más de su entorno, y que luego nos fue mostrando cada sitio en direcciones complicadas que luego se nos fueron haciendo hábito, hasta lograr visualizarlo todo, como una ciudad llena de vitrinas donde correr las cortinas para adentrarnos fue casi mágico e hipnotizante, hasta que descubrimos que en uno de esos sitios, podríamos crear un lugar especial para nuestro espíritu, un hogar donde colgar nuestro mundo, compartir nuestras ideas, desvestirnos sin que nadie nos vea como un idiota en la azotea, pintar las paredes con nuestra sangre, gritar a los cuatro vientos lo que nos arde, maldecir sin que nadie esté en nuestra contra y encontremos mucha gente tan lejos de nuestro occidente que maldecirá junto a nosotros sin criticarnos siquiera....
ResponderEliminarme dejas pensativo, quizás esa era tu intención
ResponderEliminarNo negaré lo mucho que nos regala el aparatito en cuestión, tanto nos da como nos lo quita y ésta es nuestra condena opcional. Hay veces, en los que recuerdo las amables y casi silenciosas conversaciones, con sus risas, bromas, picadas y sabrosas discusiones. Todo ésto se pierde tras el escaparate frío de millares de palabras, sentires, ahogados por un tiempo en soledad buscada.
ResponderEliminarVivimos un destiempo extraño en dónde la libertad tan ansiada del individuo, lo condena a una soledad entre el gentío.
Abrazo Esilleviana
Me presta ese artilugio, aparato o algo para deshibernar ideas?
ResponderEliminarQue bueno poder compartir las peonías y la vida (y el dolor tambien) con alguien en la misma sintonía.
Un beso
Quiero un artefacto que me repita y renueve mi vocabulario cada día...hay palabras...
ResponderEliminarPues mira voy a presentar una moción. No creo que el medio sea el mensaje, y te diré más, me fio mil veces más de ti que de tu artilugio.
ResponderEliminarPor lo demás el formato es lo de menos, lo que importa es el talento y la emoción que sale de ahí.
Y por cierto, que le voy a hacer yo si no se disimular mi afición por el hecho femenino. Pues lo disfrazo poniendo una canción haber si cuela,aunque ya veo que no. Avispadilla que eres. Saludos
Y quien te dice que no puedas idear otro artilugio y que te lleve directamente a finalizar con la quimera.
ResponderEliminarUn abrazOte
Artefactos que nos conducen a lugares nuevos, donde entendemos mejor, o, también a perdernos con sus múltiples posibilidades.
ResponderEliminarY si ayudan al dehielo, querida Esi, pues mucho mejor.
Grande, un abrazo, :) :) :)
Pues si se trata de confeccionar cualquier aparato voy lista, porque no sé ni poner la pila a un reloj! Pero puedo meter la cabeza en el microondas a ver si se me descongelan las ideas...
ResponderEliminarUn beso.
De repente, dejó de oír el horrísono chirrido del torno con el que ella torturaba sus incisivos. Con la lengua aún aturdida por la anestesia, empezó a considerar que quizás por el barullo de la fiesta en la que la conoció, o quizás por la ingesta excesiva de Stolichnaya con tónica, entendió mal a qué se dedicaba... por que aquello no era para nada deontológico...
ResponderEliminarLo importante no es saber si finalmente lo encontró, sino si su búsqueda tenía algún sentido intrínseco para ella, o no.
ResponderEliminarSaludos
J.