Entre dos ataques de tos miré hacia un lado sin volver la cabeza hacia la cajetilla de tabaco rubio que hallé sobre la mesa que resultó ser la marca de cigarrillos que él fumaba. Desde ese momento, sentí una pequeña atracción de algún trato de favor hacia aquel hombre que tenía frente a mis ojos. Mientras dejaba caer los huesos de pollo en el plato, sus palabras se tornaban en delgadas fibras del tejido orgánico que configuraba la composición de su veteranía, envueltas en el interior de sus canas. Y antes de que llegara el postre, un cigarrillo se instaló en sus dedos. En ese instante presentí como alguna vez él se dejó llevar y me concedió un Sabines con un quiero fumarte, beberte y pensarte. "¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es
poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de
amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender
fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el
silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes
que no se dicen nada". Él nunca me apremió con la conveniente ejecución de sus deseos inmediatos, tan solo esperaba a que sintiera el gusto y el agrado de ser yo, la que compartiera un pitillo con él en cada uno de nuestros encuentros. Ahora que mi ropa huele al humo de este tabaco, no veo donde caen los visajes de aquel rostro mientras esperaba mi sonrisa y entusiasmo. Por el efecto del calor, me dilato en ese extraño desplazamiento.
Maravilloso. Cada vez me derretís un poco más, y eso que no llevás canas, ni veteranía, manejás las palabras como si fueses un equilibrista. Me maravillo, y la cita a Sabines, mata
ResponderEliminarya sabes,
ResponderEliminar"tírate al fuego y si quema grita...luego vas y te pintas los labios con dinamita". El problema del lenguaje es que es simbólico, intenta ser fiel al comunicar sentimientos, pasiones, pulsiones...pero, en ocasiones se queda corto y han de ser las miradas, el roce de los labios y el aliento del silencio más inmenso, lo que nos haga comprender que somos en virtud de lo que amamos.
Y, puede ser que, a veces,
también amemos el lenguaje...
aunque en el fondo sea una ardiente pasión
(no correspondida) que nos lleva presos de la mano
de quien lo escribe.
Compartir un pitillo...siempre me ha parecido una escena extraordinariamente erótica. Cuando se comparte el mismo cigarro, poco queda sin compartir...
ResponderEliminarUna abrazo
nada como abrir la ventana para ventilar
ResponderEliminarMe gusta mucho lo que escribe y, sobre todo, cómo lo escribes.
ResponderEliminarCon tu permiso, espero, lo asomo a mi ventana.
Mil besos desde el Sur.
Me encanta ese sentimiento de "momento previo", que destila el texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca se quiere bastante, cuando el amor atenaza, embriaga. Cuando el pitillo fumado a medias, puede se inicio de caricias o sosiego después de la batalla.
ResponderEliminarLeerte es dar un salto mortal en el vacío, con solo la cierta red de tus bellas y justas palabras.
Un abrazo.
Sencillamente genial
ResponderEliminarFumémonos hasta que se confundan todas las cenizas.
ResponderEliminarAbrz.
Dejé de fumar hace tres años... hoy, al leerte, hubiese encendido uno con muchísimo placer sobre todo por lo bien que has jugado con Sabines. Te felicito :)
ResponderEliminardos abrazos
pd en el loco te respondí a la pregunta sobre Josefina Castellví, que no conocía y ahora sí, gracias a ti :)
Me gusta esas dulces palabras de amor imposible, porque lo es cuando hay límite de tiempo, o de espacio o de sentimientos... el tabaco ayuda a combatir la nostalgía.. un saludo
ResponderEliminarEs lo que dices y lo que no dices, es la cita a Sabines, y tus propias palabras. Es fuego y ceniza...es fantástico.
ResponderEliminarEnhorabuena
Un abrazo
Cigarrillos y tos, relación contraproducente. Cigarrillos y amor, es otra cuestión... contraproducente o no, depende de cada quien y de cada situación.
ResponderEliminarHace años le di un portazo al tabaco y fue una sabia decisión.
Bss.
Una semana puede contener más vida que toda una existencia. Hay quien daría toda la vida por siete días.
ResponderEliminarMe alegra verte de nuevo.
Volveré dentro de dos semanas.
Un abrazo.
metáfora del recuerdo
ResponderEliminarbesos, maestra*
Rediós, qué bien escrito. Y qué convincente.
ResponderEliminarPero no siempre las mejores palabras de amor surgen del silencio. A veces, cuando se escuchan, incendian.
Un beso
El relato me ha encantado, por lo bien que lo has estructurado, y por el desenlace. Yo que no soy fumadora, me he imaginado con un cigarrillo entre las manos, como en las peliculas. Para los no fumadores se comparten otras cosas :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa verdad que una semana puede dar de si mucho, para decir muchas cosas y para sentirlas. Pero la mayoría de las veces se queda corta, y se desea más y más. Recuero cuando era fumador que a veces el humo del cigarrillo embelesaba y fluían recuerdos sin cesar.
ResponderEliminarEstupendo relato
Un abrazo
Y el olor del humo es tan persistente...
ResponderEliminarSaludos
J.
Que bueno este corto y profundo paisaje de palabras y sensaciones. Una semana o un día o una hora...
ResponderEliminarUn abrazo
La nada o el silencio, tiene muchos ruidos ...
ResponderEliminarAbrazo, Monique.
Tu ya sabes, que escribes muy bien o al menos a mi me dejas siempre pensando, saboreando como ese cigarrillo, el texto. Creo que ya te lo he dicho en otra oportunidad.
ResponderEliminarEste especialmente y con la cita de Sabines, concuerdo con el amigo "el joven" me mato.
"las mejores palabras de amor, están entre dos gentes que no se dicen nada".
Un abrazo querida amiga!
Un hermoso relato, mi querida amiga, creo que la vida es una constante metonimia (entre otros tropos lógicos), pues la vida se trata de ir desplazando el acento sobre diferentes temas, actividades, reflexiones, amores...
ResponderEliminarPrincipalmente la vida de alguien que escribe.
Un beso.
HD
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad...
ResponderEliminarSabines, cómo me gusta!!, no sabes cuánto me gustan sus poemas y este especialmente. Tienen todos la fuerza implacable del hombre enamorado, apasionado y me encantó que lo incluyeras en tu relato de hoy.
Que por cierto es tan claro, tan extrañamente claro a mis ojos y a mi entender que por un momento me hizo pensar en releerlo. Debo estar consiguiendo abrir mi cerebro a tus letras, linda. Reconozco siempre que tengo partes anquilosadas, pero ya ves...van cediendo, jeje
bueno, me encantó. Beso enorme
O mellor dos teus textos son as relecturas. Nunha primeira lectura, custa descifralo, mais na segunda, na terceira... xa van aparecendo novos significados, novas e diferentes evocacións... Como unha escena de cine, algún obxecto ou situación que nos leva o pensamento a momentos do pasado e logo, a pegada dos olores, o rastro do que quedou no recordo...
ResponderEliminarSaúdos
O mellor dos teus textos son as relecturas. Nunha primeira lectura, custa descifralo, mais na segunda, na terceira... xa van aparecendo novos significados, novas e diferentes evocacións... Como unha escena de cine, algún obxecto ou situación que nos leva o pensamento a momentos do pasado e logo, a pegada dos olores, o rastro do que quedou no recordo...
ResponderEliminarSaúdos
Hoy si comprendí bien. Me gusta mucho ese poema de J. Sabines.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Y después, un cigarrillo en compañía. En silencio. Una semana. Dos. Tres.
ResponderEliminarY besos, Esi.
"Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas."
ResponderEliminarDirecto a Cortázar me envió este relato encantador.
Abrazo!
Una semana es una buena medida. Quizás le entren todas las palabras de amor, pero habría que apurarse mucho. Diez días creo que es un justo tiempo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un saludo.
Mejor el silencio que las palabras forzadas o forzosas, fabuloso momento el de expulsar la primera bocanada de humo tras haber incendiado el espíritu. ¿Que importa la tos? No es momento de preocuparnos por ella.
ResponderEliminarUn abrazo Esilleviana.
Muy buen retrato de un encuentro-desencuentro,he sentido hasta el pollo, Bueno tanto no, a ver si termino los examenes y me pongo al día, echo de meno andar zascandileando por aquí.
ResponderEliminarUn beso
No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego.
ResponderEliminary qué si pasa eso?
ay, ya pensarás que estoy loca, pero viste que siempre extraigo algo de tus relatos, algo que puede funcionar por sí sólo en este caso, y me fascina, son como pequeños descubrimientos que te hago.
Besotes, seguiré leyendo los últimos posts