La espera indeterminada junto con la inmediatez de su llegada, contra la fuerza del riesgo que comportaba aquella visita, le mantuvo próxima a la reja adosada en la fachada. Trató de olvidar las últimas objeciones que habían surgido con su hermana ya que, de algún modo, aquellas rencillas permitían que desarrollaran estrategias de sociabilización, pese a que en ciertas ocasiones la sangre cercana que las unía rechazaba su linaje. Desde bien pequeñas aprendieron a desaparecer, esconderse y transformarse en otras personas distintas a las que cada una conocía y dominaba, para coexistir relacionandose, sobreviviendo a las sacudidas que recibían entre sí. Profundizaron para llegar con detenimiento al perfecto conocimiento de la otra, redondeando y limando las aristas, pues no se puede devastar echando una carta superior a la jugada por la otra persona, ajustandose después a la insondable rutina viviendo dispensada del remordimiento. Como si aguardaran esos momentos de polémica y dialecta, despedidas sin que ellas se dieran cuenta, mientras prescindían de la pereza y dejadez para inventar nuevas cohesiones. Al fina acababan tolerando las pequeñas ofensas y faltas que sentía cada una acerca de su hermana carnal. Entre aquel agua templada, con boletos falsos de poco valor en la superficie del líquido potable, asimismo ligeras como una comedia, tropezaban tocando fondo ambas a dos en su propio folletín.
Estoy aquí, no lo olvides. Te vigilo de cerca, mi forma de pensar ya la sabes.
ResponderEliminarSalu2.
Qué bonita tu nota de hoy!
ResponderEliminarEstupenda descripción del conocimiento íntimo e intruso entre dos hermanas...que prescindían de la pereza y la dejadez para inventar nuevas cohesiones, en aguas tibias...
...pero sin mojarse ninguna de las dos.
Me encantó...
¿tu hermana también
escribe tan bien
como su hermana?
BUenas noches, y besos...
Que introducción minuciosa a la relación fraternal.
ResponderEliminarLa complicidad es inversamente proporcional a la mutua dependencia que se crea entre hermanas. Un gran 'ensayo', hermanita :)
ResponderEliminarbeso y abrazo, buen finde
Entre hermanos hay ciertos códigos inquebrantables, hay firmas de tinta invisible que luego nadie reconoce, hay palabras dichas sin pensar y pensamientos que nunca se dicen, justificaciones para lo injustificable, palabras de aliento para cuando se caen...
ResponderEliminarTengo la pereza en vena. Y la complicidad es algo precioso, pero soy especialista es escupir a las cosas preciosas.
ResponderEliminarA veces pienso que soy mala gente.
Anda, ven a mi casa y pégame.
Gracias.
Cuantos y que tan profundos son los còdigos entre hermanos.
ResponderEliminarY que difìcil es cerrar heridas, cuando estos se rompen.
Buen texto.
Un abrazo.
no siempre se dan, a veces somos meros ausentes en la vida del otro
ResponderEliminary el lazo es un pendiente a cortar
un abrazo y buen fin de semana
curioso...el reflejo complice hermano...
ResponderEliminarque bien escribes
Hay relaciones de amor y odio que sólo lo entendemos los que vivímos ese universo paralelo que se llama fraternidad. Muy bueno.
ResponderEliminarUn besito.
La hermandad a veces se me hace impuesta con mis hermanas de sangre y otras tantas, son ellas mis mejores amigas... calculo que es un ida y vuelta bastante parecido a lo que pasa con la amistad pero con el reaseguro sanguíneo.
ResponderEliminarMuy lindo texto!
Interesante como cuentas el descubrimiento de la diferencia y la afinidad. Un saludo y gracias por tu visita.
ResponderEliminarHola Esilleviana. Me gustaría que yo y mi hermana estuvieramos como uña y carne, pero nunca lo fuimos y creo que nunca lo seremos. Una preciosa entrada. Besos.
ResponderEliminarMe ha gustado la relación que has retratado y cómo lo has hecho. Dos hermanas que se acercan y se alejan, que se conocen a oleadas, como amantes separados por cientos de kilómetros.
ResponderEliminarLlevaba quizás más de una semana sin hacer mis deberes de bloggera... Pero ahora aquí, mientras me revuelvo entre tus letras, no entiendo porque he tardado tanto... ;)
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