Cerca de la placita que forman la Rue Brea y la Rue Vavin había una reducida cafetería donde un artista callejero tomaba las huellas de manos y pies de todo aquel paseante que estuviera dispuesto a aplastar sus remos en una masa de modelar a fin de conservar un recuerdo de la distinguida ciudad. La mayor alusión vibrante de los meses en que estuve instalada en la Rue d'Assas, retirada del mundo, fue el tiempo que pasé sirviendo cafés, tés y refrescos bajo una copia de La Cosecha de Camille Pissarro. Entre los anuncios clasificados encontré una oferta de camarera en la ciudad de ensueño donde para entrar en aquel cubil con forma de jitanjáfora, había que improvisar unas teas de castaño con dos negruras, una dentro de tu corazón y otra fuera de tu pensamiento. Viví mi época parisina como un paseo por el bulevar de aire donde congenié con la luminosidad de tus graznidos, capaz de clarear el plumaje iridiscente de los cuervos que, entre la vida y la muerte, no sucumbirá a una invasión en el jardín de Luxemburgo.
"¿Quién no escribe una carta? ¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
martes, 3 de septiembre de 2013
Jardin du Luxembourg
Cerca de la placita que forman la Rue Brea y la Rue Vavin había una reducida cafetería donde un artista callejero tomaba las huellas de manos y pies de todo aquel paseante que estuviera dispuesto a aplastar sus remos en una masa de modelar a fin de conservar un recuerdo de la distinguida ciudad. La mayor alusión vibrante de los meses en que estuve instalada en la Rue d'Assas, retirada del mundo, fue el tiempo que pasé sirviendo cafés, tés y refrescos bajo una copia de La Cosecha de Camille Pissarro. Entre los anuncios clasificados encontré una oferta de camarera en la ciudad de ensueño donde para entrar en aquel cubil con forma de jitanjáfora, había que improvisar unas teas de castaño con dos negruras, una dentro de tu corazón y otra fuera de tu pensamiento. Viví mi época parisina como un paseo por el bulevar de aire donde congenié con la luminosidad de tus graznidos, capaz de clarear el plumaje iridiscente de los cuervos que, entre la vida y la muerte, no sucumbirá a una invasión en el jardín de Luxemburgo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estaban las otras, las tabernas del diablo.
ResponderEliminarY huelen mal.
Y me late que tú hueles bien.
Un beso.
Pues si que te fue bien en el curro para poder comprarte esa choza... :))
ResponderEliminarBesos y salud
"...había que improvisar unas teas de castaño con dos negruras, una dentro de tu corazón y otra fuera de tu pensamiento." Muy bueno esto.
ResponderEliminarDescribes la situación, el escenario y está bien. No sé si lo he comprendido porque dices que vivió la época parisina como un paseo, que parece que es bueno pero lo de los graznidos, no. Y luego la duda me entra porque no sé, si el de la invasión está in situ o es alguién que quiere olvidar. Está tan abierto que uno puede interpretarlo de muchas formas, que de eso se trata, supongo.
Abrazos
Qué bonitos jardines frecuentas,
ResponderEliminarParis no se acaba nunca.
Paris es un sueño, una leyenda.
La bohemia de una buhardilla
al son del repicar de las teclas
de una vieja olivetti
describriendo el sereno transitar
de la vida en las tabernas.
Allí donde se inspiró el poeta
a la sombra del retiro de una camarera,
que posaba su blanda silueta
bajo el señuelo de una cosecha incierta.
esa zona es muy coqueta y tranquila
ResponderEliminarperfecta para disiparse
Qué buenos recuerdos .. yo tamibén viví en Paris unos años... no recuerdo el jardín de Luxemburgo pero sí el encanto de sus calles mojadas y antiguas.. me ha trasladado allí.. besos
ResponderEliminarQue maravilla tener el privilegio de poder vivir una "época parisina", no como turista, sino vivirla de verdad. En mis sueños románticos siempre me he visto viviendo una "epoca parisina" y una "época londinense"
ResponderEliminarBesos
París se mueve con facilidad por los recuerdos. Pero lejos de carecer de sentido y pretender resultados eufónicos, siempre suena como una amable melodía que pone luz en los sentidos.
ResponderEliminarLlevaba mucho tiempo sin leerte y me alegra volver a sumergirme en tu prosa, siempre nueva y embaucadora.
Un abrazo.
Leí Escenas de la vida bohemia de Henry Murguer y me decidí a no ser un bohemio jamás y a quitárseme las ganas de ir a París, es que no me gusta pasar calamidades, jaja
ResponderEliminarUn beso
Lo que son las cosas, me metí en la Wiki para ver algo de la vida de este escritor y casualmente tiene un busto en el Jardín del Luxemburgo
ResponderEliminarUn beso
Los jardines germinan en el corazón para luego anidar en la retina.
ResponderEliminar¿Que ave, no recogería sus alas para descansar su vuelo ante éste colorido y bello paisaje del alma?
Besos Esi
París bien vale una misa.
ResponderEliminarSi vas a Paris, en Galeries Lafayette encuentras de todo.
ResponderEliminarabrazo
Esas negruras congenian poco con los jardines...pero sí con el París invernal.
ResponderEliminarBss
apenas conozco París y no lo digo ni como desagradecida ni haciendo alarde, es una forma de decir. Como turista una va a París o a Londres, Madrid o Buenos Aires (salvando cualquier distancia), ruido, shopping, cafes o bares a granel...todo lo que existe en una gran ciudad.
ResponderEliminarY yo cada vez soy menos "bicho" de ciudad, por el contrario amo cada vez mas los extensos campos perfumados de hierba, los pequeños pueblos típicos de cada zona y Luxemburgo me da que es un lugar de esos donde me sentiria sumamente cómoda.
hermosísima entrada, besote
Me da que es un placer para los sentidos el lugar que citas.
ResponderEliminarUna de las ciudades a las que no te importa regresar de vez en cuando, París es como Roma, eterno...;)
B7s
GRACIAS POR ESTE TÉ DE FLORES.
ResponderEliminarBESOS
porque tendremos la osadía de recordar sólo lo bueno? aunque fuese malo siempre está implantado en nuestra mente como algo bonito? los recuerdos son como las fotos en el álbum familiar, no existe el llanto en ninguna de ellas, tan sólo momentos buenos, alegres y duraderos, como los que acabas de plasmar en esta entrada, se siente tan cálido, tan hermoso, que se sabe que no todo fue de color de rosa, pero que cuando uno trata de sumergirse en el pasado, el mejor modo es este, y no el de sufrir los malos momentos que nunca faltaron, y que nunca faltarán en toda nuestra vida...... hermoso como siempre, un beso enorme
ResponderEliminarNo sé si quedarme con la frescura de lo nuevo (Paris est une blonde) o con el dulce encanto de lo antiguo (Ça c'est Paris).
ResponderEliminarQuizás me decante por el vintage...
Las huellas de uno en una masa más que un recuerdo de París parece un recuerdo de uno mismo, salvo si lo que nos evoca es el ingenio de un parisino (en caso de que lo fuera, que lo dudo) por sacarse unos francos o euros, según cuándo fuera.
ResponderEliminarLos tiempos pasados en París siempre han de dejar, a corto o largo plazo, un buen sabor de boca, por amargos que parezcan en un principio. La ciudad merece eso y más.
Un beso
brillan los colores y huelen tus palabras
ResponderEliminarLos cuervos... con ellos aprendí que lo negro, suele ser bello. Ese negro azabache es indescriptiblemente hermoso, pero parece que conlleva algo de desencanto.
ResponderEliminarEn fin, ¡volviendo por estos lugares!
¡Abrazo Enorme Esilleviana!
parís, siempre ilumina nuestra mente y a ti , que tan bien escribes, nos muestras una parte de tu corazón en aquel lugar
ResponderEliminarBesos
tiene que ser un lugar precioso, y aún lo tengo pendiente de conocer. Tras mis vacaciones me alegra mucho leerte de nuevo amiga. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminarUsted, encima, lleva más luz a Paris... Un abrazo.
ResponderEliminar¡Vaya, seguro que paseaste también por los puentes sobre el Sena, no?
ResponderEliminarBesitos, Esi.
Qué experiencia tan bella con París de fondo, cómo no sucumbir.
ResponderEliminarPrecioso blog, te sigo.
Abrazos
KÉ BERGÜENZA, COMO ESTÁ EL PAÍS Y USTEZ ALARDEANDO. SEJURO QUE ES UN POLÍTICO CORRUPTO, KÉ ASCO, EL UMOR TIENE UNOS LÍMITES Y NO AY PAN PARA TANTO CHORIZO.
ResponderEliminarYo solo de pensar que tendría que barrer y fregar esos suelos, salgo ya corriendo ;)
ResponderEliminarBesos.
Paris, lugar anotado en mi agenda, algun dia ¿quien sabe?
ResponderEliminarQue me gustó este hacerse uno.
Besos.
Pronto pisaré París... y después de leerte, aún me entran más ganas.
ResponderEliminar
ResponderEliminarNo es que siempre nos quede París, y que bien valga una misa. A París siempre se vuelve.
· un abrazo
· CR · & · LMA ·