El último golpe de humo que aspiré de la profundidad de tu boca recabó suficientes bacterias, plantas y animales en descomposición, orgullosos de impurezas, acolchando la garganta hasta bañar de oro el velamen de mis pulmones como una tarta anodizada de titanio en la que guardo ese nucleótido amarillento que conserva toda tu energía. Irremediablemente, la taracea venenosa de tu monóxido de carbono, del cianuro del hidrógeno y de la nube blanca de cloruro de amonio de cada una de tus caladas, se han ido incrustando como una corazonada, en el nácar de la crasitud de esta víscera palpitante, hoy ya consolidada, con reflejos irisados ante tus bocanadas grises. Tus vaharadas llegaban retejadas con chocolate, azúcar, miel, cacao y regaliz con la que se dilataban mis bronquiolos, penetrando la fragancia espigada que absorbía de tus oquedades hasta respirar la jungla aromatizada que disimulaba el amargor del álcali que destruía mis tejidos. Atrás queda el alquitrán oscuro y pegajoso que sudaba tus besos alargando la delicia de tu nicotina envenenada, mientras fluía aquella adicción a mi cerebro por el filón del torrente sanguíneo como una calle vacía a medianoche. Todavía hoy cierro los ojos e inhalo esa especie de bálsamo que filtraba de tu carne reviviendo ese tósigo irrespirable.
"¿Quién no escribe una carta? ¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
miércoles, 14 de agosto de 2013
Esfumarse
El último golpe de humo que aspiré de la profundidad de tu boca recabó suficientes bacterias, plantas y animales en descomposición, orgullosos de impurezas, acolchando la garganta hasta bañar de oro el velamen de mis pulmones como una tarta anodizada de titanio en la que guardo ese nucleótido amarillento que conserva toda tu energía. Irremediablemente, la taracea venenosa de tu monóxido de carbono, del cianuro del hidrógeno y de la nube blanca de cloruro de amonio de cada una de tus caladas, se han ido incrustando como una corazonada, en el nácar de la crasitud de esta víscera palpitante, hoy ya consolidada, con reflejos irisados ante tus bocanadas grises. Tus vaharadas llegaban retejadas con chocolate, azúcar, miel, cacao y regaliz con la que se dilataban mis bronquiolos, penetrando la fragancia espigada que absorbía de tus oquedades hasta respirar la jungla aromatizada que disimulaba el amargor del álcali que destruía mis tejidos. Atrás queda el alquitrán oscuro y pegajoso que sudaba tus besos alargando la delicia de tu nicotina envenenada, mientras fluía aquella adicción a mi cerebro por el filón del torrente sanguíneo como una calle vacía a medianoche. Todavía hoy cierro los ojos e inhalo esa especie de bálsamo que filtraba de tu carne reviviendo ese tósigo irrespirable.
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Adicción pura y dura.
ResponderEliminarBesos Esi.
¡Enhorabuena! Sois admirables! Aguanta!
ResponderEliminarAbrazotes
Cómo resistir tanta tentación? Pudo Cristo realmente? Un abrazo.
ResponderEliminarAdictivos vasos comunicantes. Un auténtico derroche la descripción de como ese alquitrán llega al cerbro y lo invade con consentimiento y hasta un regusto de placer. Pura química. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminar¡Eres una genia de las palabras!
ResponderEliminarY lo peor de todo es que al final puede llegar el cáncer y matarnos un poquito...jajaja
Besos y salud
Para leer y releer cada vez que se sienta mono...
ResponderEliminarSi el primero es olvidable, el último suele ser con intención memorable. Son pocas las veces en que uno sabe si ha llegado. Abrazos miles, Esi. F: http://mistavilteka.blogspot.com/
ResponderEliminarEnhorabuena si ha sido el último!!! Desde que se ha comenzado cuesta llegar a ese estadio.
ResponderEliminarAbrazos Esi
pues con mis insomnios lo único que he conseguido es aumentar la cantidad de cigarros...
ResponderEliminarpero bueno , no me interesa emular a Matusalem
abrazos y feliz jornada
implacable en tu crítica hacia un vicio que medio mundo aspira y expira gracias a la muerte que la acompaña, pero tu texto está tan lleno de palabras dulces y poéticas que creí que el amor cambiaría la ideología de que el tabaco realmente mata, para pasar al ser simplemente un marco en donde el amor es realmente el asesino de ilusiones que acabarían con cualquiera mucho antes de que el nitrato haya acabado con nuestros pulmones, encantador texto, realmente me has dejado sorprendido, no porque sea un ex fumador empedernido, sino porque luego de dejarlo tuve que soportar que mis nuevas parejas fumen delante de mí y respirar de su aliento las bocanadas de nicotina que me daban en cada beso, el amor a veces te hace tonto y tolerante.... un beso!!!!
ResponderEliminartorbellinos de humo, torrentes esponjosos de sensaciones que dan paso a un nuevo universo de azahar en los naranjos en flor, a primaveras por las veredas de los fríos invernales y a un regusto carcomido por ese hálito itinerante del recuerdo lacerante de aquella monotonía que te arrancaba la vida. LLega el oxígeno con todo su clamor de paladines, llega la vida desvestida de alquitranes.
ResponderEliminarYo no soporto el olor de un fumador, antes no era tan drástica, pero la edad debe ser que me ha hecho más extremista.
ResponderEliminarY eso que no dices nada de la tos mañanera y sus consiguientes escupitajos.
Besos, Esi :) :) :)
De esa boca en la que piensas, también yo bebería un buen golpe de humo...de esa cara preciosa, de barbilla absolutamente masculina y mirada pícara, bebería y comería, a pesar del humo: la nicotina mata el pulgón...
ResponderEliminar(no se lo digas, que yo soy una anciana respetable)
A VECES HAY VENENOS QUE NO SON NOCIVOS PARA EL AMOR.
ResponderEliminarBESOS
Vamos, lo que viene siendo una fumadora pasiva, pero a lo bestia.
ResponderEliminarBesos
Excelente y didáctico relato.
ResponderEliminarDebería ser leído en las clases para dejar de fumar.
La imágen es impactante.
Besos Esi.
Mi infarto sucedió por fumar, así de claro, a los quice años cuando me inicié no pensaba que podría causarme tanto mal, sobre todo por la imposibilidad de abandonarlo, viendo día a día cómo cada vez me costaba más respirar ¿quién consume a quién?
ResponderEliminarUn beso
poético y dramático.
ResponderEliminarimpecable.
saludos!
Impactante, una fumadora viciada y harta de los olores que ni yo misma soporto.
ResponderEliminarTodo un acierto la foto,
Besos muchos ♥♥♥
Lendo este texto vanse as ganas de fumar! Bo para unha campaña antitabaco ou anti_adicción. ;-)
ResponderEliminarWww.filispines.wordpress.com
feliz fin de semana Lemaki
ResponderEliminarabrazos
muchas gracias por tu huella
:D
si no fuera por que activa el bisulfito de bismuto, iba a fumar su tía la del pueblo Te lo dice un exfumador
ResponderEliminarY pese a todo, le prefiero fumador, por la danza invisible de su veneno.
ResponderEliminarAmor y tábaco, no hay más en esta vida. Después viene la putrefacción que mientras tanto se ha ido adueñando de nuestros organos sentimientos.
ResponderEliminarMientras apago en cigarrillo, ahí va, el último humo y un beso.
Dicho así.... cualquier de convence. De qué? lo que le conviene!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Hasta en lo perjudicial, sos pura poesía.
En el fondo besaste un cenicero...
ResponderEliminarNada peor que un/a fomador/ra buscando un poco de amor...
ResponderEliminarNada más desagradable.
Saludos
J.