Robert Doisneau |
Antes de que las antenas parabólicas se hundan lentamente como la ciudad de México, quince centímetros cada año y, el foco del reflector de la parabólica deje de recibir tus ondas a la vez que enviar pasadas oscilaciones del viejo colgante, me tomo con tranquilidad el vaivén del mar de tentáculos estirados que percibo desde la ventana. Esta noche que debería ser la última, pulverizas la carga de la brigada de palabras ligeras que te asumen en la dualidad de siempre: "tus deseos" y "mi desinterés", "tu ilusión" y "mi abatimiento", "mi debilidad lejana" y "tú, levantadora de pesas". Al mismo tiempo siento como te aprietas a mis piernas mientras llenas mi copa y escucho la llamada del almuédano a tus podos animícos. En tanto nos despedimos poco a poco, como se cierra la puerta del pequeño piso usado en verano con languidez , fragilidad y un miasma de papel quemado que ilumina el interior de la vivienda. Y hoy al cerrar el agua de la llave dono el territorio abadengo del polvo y la raedura de tu poder a la duración anónima y reservada de las cosas.
Es cierto que nos une la rutina
de un patio de butacas de alquiler,
la rama oscura de un amor ficticio.
Esa costumbre de cambiar la niebla
y el neón fugitivo de los bares
por las primeras luces temblorosas
del día. Y dibujar sobre el silencio
el desencanto de los besos fríos
y no esperar del tiempo otro milagro
que el del olvido. Y aun así nos gusta
despedirnos de la belleza juntos,
ahora que ya es muy tarde para amarse
con frenesí y miradas de película .
José A. Mesa Toré
** Por V.
Esas calles por las que transita la indiferencia, el desapego y el hastío, son calles habitadas que la lluvia de un París mutilado de recuerdos que arrastra las siluetas de los vencidos.
ResponderEliminarBesos, Esi.
Aunque no te comenté, no me perdí ni un post ;-)
Cada paso es una despedida, cada huella dejada atrás, la tumba de un olvido.
ResponderEliminarbesos
Cuando no hay "feeling" entre dos, ni París salva la relación.
ResponderEliminarBss.
Rediez, pelín así, cómo diría...lluvioso.
ResponderEliminarY le pega una canción, mira, mira, título y todo:
http://youtu.be/CN1oeAAtkmI
Prefiero la canongía al abadengo, pero al final, ni la una ni el otro deberían enlazarse ni desenlazarse del amor: en ambos, casi siempre hay mancebía...
ResponderEliminarSi la indiferencia molesta, no lo es. París tambien es un estado mental¡
ResponderEliminar;)) Muy bueno el poema-
Me gusta el juego de palabras, "La carga de la Brigada ligera" me entusiasmó de jovencito, pero también me gusta tu "carga de la brigada de palabras ligeras".
ResponderEliminarEs curioso, yo siempre cierro la llave del agua, sin embargo tu prefieres cerrar el agua de la llave...curioso ¿Verdad?
Besos y salud
Paris invita a amar con pasión, invita a olvidar pequeños tráficos de insignificancias que no nos van a robar el sueño...de la manera que lo arresta el susurro de tu voz, como una caricia líquida en la madrugada.
ResponderEliminarme encantó el poema, me gusta tu estilo para escribir y elegir.
voy a cerrar el agua de la llave...
Intentemos disfrutar de cada momento, bueno o malo, permanente o fugaz hasta que el tiempo lo hunda en lo mas hondo del océano. Un abrazo.
ResponderEliminarLas calles, las de París y las del resto del mundo, están empedradas de postales cotidianas, como cotidiano es el amor y su pérdida de lustre al contacto con la crudeza impertérrita del día a día.
ResponderEliminarnunca pero nunca creo en el "adiós", a lo sumo será un hasta pronto. Con la misma persona o con otra distinta eso no lo sé, pero decir adiós es como negar la existencia del amor y me niego rotundamente
ResponderEliminary si ese hasta luego toca en una calle de París, simplemente lo diré en francés
besos
Llegué y venía de vuelta, maldición. La costa se hacía cada vez más pequeña. Y los niños, oh, los niños.
ResponderEliminarBs.
París es mejor visitarlo en plena ebullición... no en la languidez y la desidia ;) hay que disfrutarlo!!
ResponderEliminarDifícil momento ese de cerrar la puerta despacio.
Besos abisales
Cuando la lejanía se interpone como un mar entre dos... solo orillas distantes quedan. Es difícil que las aguas profundas nos dejen flotar de nuevo, ni aún dentro del escenario más romántico.
ResponderEliminarBesitos!
Gaby*
Tu texto suena como esta música que nos dejas, asi como languido y zigzagueante. Cerrar puertas despacio dejando solo el polvo en el suelo.
ResponderEliminarPues que me gustó, asi sin más-
Besos.
Hola Esilleviana!
ResponderEliminarQué triste es amar con locura y a la vez sentir la distancia, que no siempre es geográfica sino que muchas veces es comunicacional.
Excelente tu relato.
Beso grande!
RoB
buen texto...buena foto... excelente musica....
ResponderEliminarSaludos......¡¡¡
Déjame que te cuente
www.dejamequetecuente.net
El desencanto de los besos fríos...ay, que triste y desolador
ResponderEliminarTe deseo, por que a buen seguro lo mereces, despertarte sin sueño alguno al amanecer de ese día que será único.
ResponderEliminarBeso y abrazo
Y ahí nos vamos, aunque cueste mucho, aunque haya todavía ondas magnéticas. Nos vamos, algo roto. Un abrazo.
ResponderEliminarLa canción...SE SALE!!!
ResponderEliminarPS: ¿Y si centras la pestañita? Yo lo veo más estético.
Un beso (ahora luego paso a "escanear" el post de hoy)
Las parabólicas me recuerdan cada vez más a orejas que han olvidado cómo escuchar, no sé, tal vez sea sólo una impresión.
ResponderEliminarO no...
Saludos
J.
Bonito texto.
ResponderEliminarSaludos
David
http://observandocine.com/
Mirándolo con desapego diría que esa calle puede ser de cualquier sitio... pero si le añadimos la música, ahí sí... esa cadencia puede ser perfecta después de una orgía de deseo y desinterés, ilusión y abatimientos.
ResponderEliminardos abrazos :)
el df se hunde y se ahoga en su propio humo, parís siempre será la ciudad de los labios escarchados, el poema de mesa es el suicidio y leerte un lujo.
ResponderEliminarun abrazo.