De repente los barcos pesqueros se asomaron al puerto antes de gritar al porvenir mientras una niña corre por el muelle tras ver los ojos de la embarcación acercándose lentamente. La tos pueril desbarata el lienzo de la lluvia gris frente al hormigón de la costa. Despellejando cada estampa portuaria, la niña anda con el chicle en la boca entonando su canción favorita mientras grita y ríe golpeando los pies en el cemento antes de que las amenazas, insultos y agresiones gasten saliva hasta secar la garganta de los flamantes proyectos futuros. Algún día sentirá como se rompen sus alas justo en el momento de subir al buque y dejará de creer en el deseo de partir como un naufrago contemplando la marea negra hasta terminar perdiendo la contraseña que accede al cambio de estrategia.
"¿Quién no escribe una carta? ¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
viernes, 24 de enero de 2014
La garganta seca
De repente los barcos pesqueros se asomaron al puerto antes de gritar al porvenir mientras una niña corre por el muelle tras ver los ojos de la embarcación acercándose lentamente. La tos pueril desbarata el lienzo de la lluvia gris frente al hormigón de la costa. Despellejando cada estampa portuaria, la niña anda con el chicle en la boca entonando su canción favorita mientras grita y ríe golpeando los pies en el cemento antes de que las amenazas, insultos y agresiones gasten saliva hasta secar la garganta de los flamantes proyectos futuros. Algún día sentirá como se rompen sus alas justo en el momento de subir al buque y dejará de creer en el deseo de partir como un naufrago contemplando la marea negra hasta terminar perdiendo la contraseña que accede al cambio de estrategia.
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P195 – Fui yo quien encontró a mi hermana muerta –prosiguió Naoko-. Ocurrió en el otoño del sexto año de primaria. En noviembre. Llovía, era un día sombrío. Cuando volví de clase de piano, a las seis y media, mi madre estaba cocinando y me dijo que la cena ya estaba lista, que avisara a mi hermana. Subí, llamé a la puerta de su habitación y grité: “¡A cenar!”, pero no hubo respuesta; la habitación estaba en silencio. Volví a llamar a la puerta, extrañada, y la abrí.
ResponderEliminarPensaba que estaría dormida. Pero mi hermana no dormía. La encontré de pie al lado de la ventana, con el cuello doblado, ligeramente inclinado hacia un lado, la vista clavada en el exterior. Como si estuviera reflexionando. La llamé: “¿Qué haces?¡La cena está lista!”. Al decir estas palabras me di cuenta de que era más alta de lo normal. ¿Qué le ocurría?¿Llevaba zapatos de tacón?¿Se había subido a una plataforma? Me acerqué y, cuando me disponía a llamarla de nuevo, lo entendí todo. Había una cuerda sobre su cabeza. La cuerda colgaba de una viga tan recta que parecía que había trazado una línea con una regla…
Entre las puntas de los dedos de los pies y el suelo había un espacio de unos veinte centímetros.
Fragmentos que quedan en la memoria y reaparecen inesperadamente.
Este, de Murakami.
Claro, luego llegará el momento de crecer y las las, junto con los sueños, quedarán, irremediablemente, en ese olvido tan cotidiano que llamamos pasado...
ResponderEliminarSaludos
J.
BENDITA INFANCIA....!
ResponderEliminarMientras sea niña, que disfrute esa niñez, luego de muy mayor le enriquecerá nutrirse con esos recuerdos...
ResponderEliminarBesos y salud
Desalentador, muy desalentador
ResponderEliminarHasta que llegue el día que se le rompan las alas, la niña debe disfrutar de su infancia. Tiene derecho a ella. Lo demás... ya se verá llegado el momento.
ResponderEliminarBss, Esi.
Quizás la estrategia de la niña no deba cambiar... ni la niña... ni la realidad.
ResponderEliminarBss
hay q conservar esa esencia
ResponderEliminarQué gran escrito, y también real, aunque siempre se puede seguir siendo niño y nadar en sueños. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.
ResponderEliminarPues que disfrute la niña de su niñez. Y que al llegar a adulta no adultere su adultez (fenómeno que no se relaciona biunívocamente con la edad sino con una serie de factores que son más bien contingentes en la vida de las personas). Además de los imponderables de la vida, también hay mucho de cómo haya aprendido a volar siendo niña. Y en eso los padres son cruciales.
ResponderEliminarNormalmente tendemos a repetir modelos de conducta, o maneras de ver las cosas, vamos, aquel Weltanschauung de la filosofía alemana. Si ha visto amor, confianza, nobleza y optimismo, eso será lo que vea como normal. Y si aprende a caminar de esa forma, no creo que lo vea como unas Broken Wings (al tanto, imponderables aparte)
Un besazo!!!
Me ha encantado, Esi, sí, veo a la niña y a ti que la miras y te inspiras. Veo el barco y el muelle y la niña y prefiero verla así, antes de que crezca.
ResponderEliminarBesitos besitos
Me has recordado una película que vi de joven, pero no recuerdo ni el título ni los actores. Pero era de barcos, de puertos de llegada y de ilusiones.
ResponderEliminarLos niños son pájaros frágiles, hay que tratarlos con delicadeza y esmero, hay que enseñarles a volar y ayudarlos si el vuelo es complicado.
ResponderEliminarLa falta de amor en la niñez es un ancla pesada que se arrastra de por vida.
Hermoso texto Esi.
muchos besos.
Los niños nunca deberían perder sus alas antes de tiempo. Los adultos tienen mucha responsabilidad (toda) en el asunto del cambio de la contraseña.
ResponderEliminarUn abrazo, Esil.
Lamentablemente siempre llega el momento de crecer y de cambiar de contraseña, saludos.
ResponderEliminarHasta que no hice la mili no conocí el mar, nunca me llamó la atención, prefiero el silencio de las montañas y su frescor.
ResponderEliminarUn beso
un tanto pesimista tu relato, quizás los golpes de la vida, no son tan dolorosos como te los imaginas, a veces los golpes son tan ricos, como las mordidas y movimientos bruscos de las caderas al hacer el amor, nalgadas rítmicas que acompañan el dulce ritual de entregarse, golpes como los de aprender a manejar bicicleta, caídas que uno ni siquiera las cuenta ni las recuerda, la vida es hostil, el mundo es una mierda, pero existe gente que no le afecta, todo lo contrario, les favorece y los mantiene bellos como la rudeza del bosque a la serpiente...... me ha encantado aquella imagen que nos has regalado, aquella niña corriendo por el muelle, su boca mascando el chicle, sus gritos y su risa, y aquella inocencia que alimenta los sueños transformándolos en simples fotografías..... besos!!!!
ResponderEliminarEso es el crecer, desear tomar un barco y escapar.. .muy hermosa la pintura del puerto y los barcos...
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ResponderEliminarUn placer leerte... y comprenderte me cuesta más.
· un beso
· CR · & · LMA ·
Este texto es pura escritura automática... mejor, semiautomática, porque se ve la manipulación exagerada de las metáforas que convergen solo en el sentido que quieres recrear, pero como ya es habitual, te dan igual las imágenes que generas en el lector. Aun así, me parece un buen experimento esta garganta seca para explicar la posible trayectoria de la vida desde la infancia, el porvenir limitado en los tiempos que corren.
ResponderEliminarBesos
Que pena que se tenga que romper las alas junto con las ilusiones, porque se crece y se madura.
ResponderEliminarUn abrazo Esi.
La vida se tuerce, embarcarnos siempre implica un riesgo, por eso creo que hay que mantener bajo siete llaves la contraseña que permita un cambio de estrategia.
ResponderEliminarBesos y perdona el retraso en comentarte.
Por aquí pasaba de nuevo, así que te mando un abrazo y mis deseos de un buen fin de semana.
ResponderEliminarLas alas no se rompen siempre, a veces simplemente dejan de funcionar. Un abrazo.
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