Raquel Bullón Acebes |
Allí arriba a 90 metros del suelo, sintiendo el calor en sus mejillas, deliró al constatar como sus piernas hinchadas permanecían fijas sobre el alambre mientras el viento alejaba el miedo hacia el horizonte más distante. Con la barbilla erguida, la funambulista atravesaba la inmensidad del cielo bajo el manto de las letras minúsculas, las mismas que empleaba constantemente para suavizar el tiempo de lunación hasta la llegada de la siguiente luna llena. Mientras, hacía toda clase de ejercicios: caminaba hacia atrás o a la pata coja, con los ojos cerrados, hasta llegaba a sentarse, arrodillarse o acostarse sobre ella. En ocasiones, su vista borrosa conseguía que desperdiciara la panorámica que le ofrecía aquella visión, olvidando el vuelo que despilfarraba su cuerpo por encima del cable. Alcanzar las nubes dependía enteramente de su propio equilibrio. Solo necesitaba prorrogar sus pasos para seguir marchando y desplazarse entre montañas, volcanes, torres y acantilados.
la vida cobra sentido cuando se hace de ella
ResponderEliminaruna aspiración a no renunciar a nada.
(José Ortega y Gasset)
buscando cobijo de vez en cuando
ResponderEliminarCaminamos en inestable equilibrio entre luna y luna... así es...
ResponderEliminarMe encanta la foto ;)
Besos abisales
Tu entrada me recuerda mi vida pasada, siempre con el riesgo del funambulista, arriesgando el bigote, a veces entre nubes no siempre amigas, pero andar por la cuerda floja era para mi una necesidad imperiosa que ahora, a veces, echo de menos...
ResponderEliminarBesos y salud
Esa foto...ese equilibrio...caerse no es tan mal negocio...
ResponderEliminarBesos.
El funambulista es capaz de quebrarse el corazón a ras de suelo por un fugaz desequilibrio emocional.
ResponderEliminarBss
Maravilloso ejercicio en el aire...Un abrazo.
ResponderEliminarMucho me temo que ese va a dar un tropezón...
ResponderEliminarTodo sostenido en un alambre? Poeticamente bello Esi.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estamos siempre andando en un alambre que a veces se balancea. Con mirar un punto del horizonte lejano, una meta, recobramos el equilíbrio y seguimos. Hasta que la luna otra vez nos balancea.
ResponderEliminarBeso :)
La foto es muy buena
ResponderEliminarSiempre estamos en un precario equilibrio...
Besos
Todo en la vida es equilibrio y el centro de soporte eres tú...
ResponderEliminarDe todas las descripciones sobre como te sientes y con lo que te encuentras cuando escribes, esta es la mejor.
ResponderEliminarAbrazos
Así andamos la mitad del tiempo, haciendo equilibrios y tratando de no caer.
ResponderEliminarMuchos besos
el arte del equilibrista.
ResponderEliminarEs permanecer.
Abrazo :)
a veces es mejor fijar la mirada en el infinito... y caminar por el alambre de la vida.
ResponderEliminar(Ni qué decir tiene que se (sobre)vuela mejor sobre el señuelo de tus palabras...)
lo que más miedo me da es la altura, es por ello que tengo un cierto fanatismo por los felinos que pueden controlar su miedo mientras cruzan por cables y corren por el filo de las paredes o simplemente están sentados mirando desde lo mas alto del edificio la caída del sol o la luna llena, desearía ser como ellos y aventurarme al equilibrio de no sujetarse de nada, pero de sólo pensarlo ya me están sudando las manos y un vértigo sonroja mi cara, desde niño nunca me han gustado los circos, y no entiendo el porqué, no es por temor a la altura ya que sigo en el suelo, ni a las equilibristas que la verdad no me llaman la atención, pero es un mundo que me parece simple aunque todo el mundo me diga lo contrario, no me asustan los payasos como a un amigo del que todos se burlaban, creo que simplemente no me llama la atención, mas que las acrobacias de mi gato :) besos!!!!
ResponderEliminarTodo es una cuerda floja, un caos y equilibrio. Puro vértigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando los ojos fallan, el instinto se acobarda y la mente parece un torbellino, aparece la luna llena para guiarnos.
ResponderEliminarBello texto!
Besos!!
Sólo necesitaba esperar la próxima luna...
ResponderEliminarSobre el libro de los ombligos, tampoco lo conocía, encontré la imagen de casualidad pero me he puesto en campaña para conseguirlo, leerlo y, por supuesto, reseñarlo para mi otro blog. Cuando lo lea te aviso.
Saludos!
J.
Corto y hermoso: preciso.
ResponderEliminarSaludos.
Cierto, cierto, el arte de caminar por el alambre y sin red. Por cierto, yo me pido ese alambre, jeje...
ResponderEliminarUn beso
Así caminamos por la vida, tú lo has descrito en este muy buen relato. Me ha encantado. Un fuerte abrazo y feliz Domingo.
ResponderEliminar¡Pechos! Ummm; Que mayor equilibrio.
ResponderEliminarSobre tu pecho y en él
la magnitud del mundo
y nada más, nada más.
hay un volcán en cada esquina. y en la siguiente, una persona, que quisiera bullir como si fuera uno, pero no puede.
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