Antes de que todo se viniera abajo y después de retirarme el pelo de la boca, sin atender a la profecía de la felicidad incumplida, desnuda con zapatos engullí islas delicadas donde inventé historias sobre ti. Esta vez dí en el clavo, la conversación masculina me devolvió a aquel ahora donde tu apareciste en la flor de cinco pétalos que siempre me acompaña. El sabor de leche almendrada y agua de canela recorrió el esófago refrescando mis entrañas como el viejo trapero encargado de vaciar el armario de ropa vieja antes de desordenar todos los asientos mensuales. Hasta conseguir desinflar el taquillón de madera colocado delante de la pared desierta. Y sin llegar a estar muy sola en este descampado debo informarte que el retiro lastimero, cúmulo de punciones en las sienes, es un leco desgarrador que se escucha hasta la lejanía más desgarradora. Ante la primera manifestación de renuncia imaginaria quizá me atrevería a oprimirte con los mismos zapatos que tanto te gustaban, transfigurándome en la clandestinidad más absoluta para despacharte de una puñalada con una vieja sevillana hasta más verme de cirujana plástica donde restablecer tu cuerpo.
Y es que hay dolores y opresiones que nos gustan, ¿no? Mejor ni ponerse a dar aquí especificaciones. Pero lo que sí es cierto es que el fluido que limpia, es como la mano que retira.
ResponderEliminar¡Necesito algo frío pero es ya!
Mi muy apreciada Esi, ¡cómo me gusta darme este vueltón por acá!
Abrazos todos.
F.
Antes de la clandestinidad, antes de la cirugía, antes de la ruina...ya habías dado en el clavo. Porque posees ese numen que es simiente para el regocijo de quien te lee. Porque tejes misterios, y dejas resonancias abiertas de prisioneros que no nos desvelas...porque vas limpiando tus entrañas de las palabras que te profetizaban desastres y hecatombes. Porque como una heroína a las puertas de troya, tus palabras aladas engalanan señuelos que nacieron con la fe de conquistar fortalezas infranqueables, residuos de islas soñadas.
ResponderEliminarSon esos trasplantes que duelen aunque sean anestesiados, que interrogan aunque sepan todas las respuestas, que acosan aunque no sean más que pasado.
ResponderEliminarY así quedamos, desnudos de aquello que ya no pertenecen más a nuestro presente, por más que insistan!
Besos y buen finde!!
Estabas tan maravillosa con leche almendrada y agua de canela, sin obviar los zapatos, y no entiendo por qué te pusiste así, tan cirujana, tan apuñalante...estabas bien así, con zapatos...Abrazo.
ResponderEliminarCoincido con el Joven amigo, ademas esos son zapatos de tango amiga. Que bien lindos te deben quedar...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues esos tacones utilizados para herir en los sitios precisos deben de hacer mucho daño...
ResponderEliminarBesos y salud
Te devolvió a aquel ahora, cual magdalena de Proust...
ResponderEliminarenfocaste mal la foto, amiga...un poco más arriba para equilibrar el conjunto
ResponderEliminarNo se exactamente de que es lo que rebosan tus textos, pero desde luego este rebosa. Desinflas taquillones que están tras parades desiertas. Y luego te apresuras antes de que llegue cualquier renuncia imaginaria.
ResponderEliminarLo tuyo va mucho más allá de la sugerencia, es un sensual cóctel que embriaga, repito,rebosante de no se que. Igual talento. Un abrazo.
Genial. Un poco vengantiva está la mujer que bebe leche almendrada y a la menor renuncia imaginaria echa mano a la gillotina. Uff, madre mía, habrá que ir con prudencia.
ResponderEliminarUn beso.
a mitad de lectura empiezo a sonreir, y llego al final con una gran sonrisa.
ResponderEliminarabrazos, maestra*
Te lei anoche y regreso de nuevo, atraida por ese olor a canela y música de tango. La imagen de ella con los tacones, derrota a cualquiera. Así siempre se gana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas veces es mejor no saber como llegamos donde llegamos ni como hemos de volver. Un abrazo.
ResponderEliminarummmm...no acabo de pillar la clave, ahora bien, desnuda y con tacones, con la bebida que mencionas y con ese regusto a venganza, pues total.
ResponderEliminarUn beso
Sólo sé que has calzado unos de diamantes con cordones astrales.
ResponderEliminarBesos.
El fetiche por antonomasia: zapato de tacón punzante como única prenda antes, durante y después del placer.
ResponderEliminarUna mujer de armas tomar, ¡cuidado con llevarle la contraria!
ResponderEliminarMe gusta entero y te felicito con honores.
Un besote.
Un día de estos esperaré a mi marido solo en zapatos de tacón, a ver que tal se siente... Ay, que picarona, ¿me pasará algo? Creo que es mi comentario mas atrevido hasta la fecha. Besos.
ResponderEliminaryo también tengo en la memoria el sabor de la leche almendrada
ResponderEliminarun beso
!Ay si Berlanga levantara la cabeza!
ResponderEliminarCualquiera es capaz de renunciar a ti, si utilizas esa afilada y peligrosa arma.
No queda mas remedio que rendirse a tus pies, aunque estén descalzos.
Un abrazo.
Magnífico, tienes muchísimo caracter en tus palabras.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos
Me encantaría ponerme un par de zapatillas como esas, preo me veo ya tan alta!
ResponderEliminarBesos, Esi