Las nubes grises pasaban con rapidez y rodaban al son del viento que arrastraba hojas y ramas. ¿Cómo quedarse en casa y perderse este espectáculo? La lluvia da una tregua y la tarde abarranca la nubosidad en un acantilado de nimboestrato. Salió tan apresurada de casa que olvidó el paraguas. Por la calle pocas personas airean su alegría mientras varillas de luz que se escapan de las nubes, iluminan los pasos a seguir. Terminada la acera adoquinada, el campo majestuoso teje todos los sentimientos que cualquier paseante reservado desea liberar. Ahora toca subir un camino zigzagueando entre peñas, encinas, alcornoques, malezas y zarzales. Totalmente despreocupada de su entorno, sin que los ojos busquen nada especial, mantiene sus pasos decididos hacia la ermita que abre sus puertas a la panorámica de toda la ciudad. Y en lo alto de una peña, habiéndola oteado a lo lejos, allí estaba él. Un hombre desnudo con la cabeza cubierta por un pasamontañas esperaba que ella se acercara, mientras se manoseaba y acariciaba rijosa y obscenamente. La única opción que barajó fue dar media vuelta y caminar a paso largo...
Pero el, con tres patas, corre más...
ResponderEliminarMaríajesus!!! Mujer mayor y decente!!!
EliminarSiempre puede aparecer un elemento distorsivo... Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre en la maleza se encuentra la bestia
ResponderEliminarCon lo idílico que se prometía este paseo...Menudo sofoco.
ResponderEliminarBesos sin sobresaltos.
Empezaba idílico, de esos paseos que me gustan, a solas con la naturaleza, con la lluvia y...
ResponderEliminar¡vaya con el ermitaño! jajaja y ¡vaya con nuestra galleguiña! jajaja
Preciosa foto ;)
jajajajajajajaja, pues a ver, en la mochila de la excursión y a parte del bocata, el agua y todo eso...IMPRESCINDIBLE UN BUEN TIRACHINAS MARCA ACME, y la puntería del bueno de Légolas, jajajajajajaja...
ResponderEliminarUn besazo!!!!
Hermoso y en alguna medida hemos coincidido con muestra mirada, la belleza se encuentra mas cerca que nuestra respiración...viento, tejidos, bosques afelpados y el alma de fiesta!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Esi, buena semana, y siempre gracias por tus visitas.
Y que no sea el último paseo!!!!!
ResponderEliminarBesos.
Hongos insignificantes, accidentes del otoño lluvioso a quienes castiga la indiferencia.Media vuelta y adiós.
ResponderEliminarbss
UN CIERRE INESPERADO.
ResponderEliminarABRAZOS
Ya ves, también viven los sustos entre encinas y alcornoques. Pies para que os quiero!
ResponderEliminarUF, cuando llueve salgo ccorriendo a pasear, es lo mejor del mundo en el campo o en la ciudad. Un beso
ResponderEliminarMe quedo con fobia; yo que si corro ando voy como un conejo, escuchando atentamente el menor de los crujidos :o
ResponderEliminarSaludos.
Anda que bien recoges los paseos otoñales (excluyendo al hombre... claro) jajajaja
ResponderEliminarBss, Esi.
"Rijosa":palabra hermosa e interesantísima. Esa palabra, casi por si sola, da sentido a la escena.
ResponderEliminarBicos
El paseo, tal como lo describes, resulta muy apetitoso, para alejarte del mundanal ruido de la ciudad. Falla, claro, ese inesperado final. Algo habrá que hacer con ese tipo de gente para que no interfiera con el goce del disfrute de la naturaleza.
Un abrazo,
· LMA · & · CR ·
Sueño y realidad se confunden en el olor a tierra mojada, y esa ermita cobija al cíclope que has de derrotar, aunque a veces uno escoge huir para poder encontrarse a si mismo
ResponderEliminar