Con cierta predisposición al amasijo hasta ovillarme, tiendo con sumo cuidado el tendel para igualar las hileras sobre las que asiento mis tobillos, con osadía, afrontando el reto. Con el pundonor en una montaña rusa y las uñas pintadas de mis pies, acaricio tus piernas con el desenvolvimiento de una medusa en aguas cálidas. Haciendo pie, tus ojos mantienen la mirada espasmódica en la base donde mis raíces fijan la órbita terrestre de las golondrinas de Bécquer. En esta danza de escorpiones, el aguijón proporciona un dulce veneno que somete y aplasta a nuestros pies desnudos en la unción de unos pasos cercanos, logrando entrelazarse en la última noche del año.
Que vuestros pies caldeen el suelo tierra adentro, aplacando el sendero hasta alcanzar el refugio montañero.
Feliz 2015